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Timba, hospicio y posada

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Grabado de una posada medieval.
En 1912, hace exactamente cien años, Miguel de Unamuno recibió  una carta de su amigo canarión Domingo Doreste ‘Fray Lesco’ en la que adelanta al rector salmantino la noticia de que “parece que se trata de fundar en La Laguna una escuela de Derecho. Tendremos peste de abogados, pero quizá no venga mal a la postre un proletariado de levita”. Y es que en este país nunca está de más tener titulados de cualquier materia que nunca podrá absorber nuestro mercado laboral. Tampoco viene mal levantar auditorios en cada ciudad, universidades, estadios olímpicos y aeropuertos que no se usan, palacios municipales, diputacionales, estatales y autonómicos, ferrocarriles AVE con estaciones fantasma… Todo eso, claro está, con dinero público.

Pero bueno, lo que me interesa es la respuesta premonitoria o certera que remite Unamuno a su amigo grancanario y en la que acierta sobre nuestro ‘modelo turístico’: “contra todas las vergüenzas de este pueblo, parte timba, parte hospicio y parte posada…” Y camino de ello vamos, o hemos continuado desde hace un siglo. A nadie se le escapa que durante décadas hemos malvendido el territorio para convertirnos en espacio estacional de disfrute de ciudadanos del norte de Europa cuyos problemas de asma, de piel o de depresión se curaban gracias al sol, el yodo, el paisaje y, en definitiva, poder salir a la calle a disfrutar de la playa o de un luminoso momento. Ellos tenían industria y dinero, pero nosotros un país atrasado y en la miseria gracias a nuestra eterna pugna cainita e irreconciliable.

Y ahora estamos en el momento en el que vamos a demostrar hasta qué punto España quiere continuar por la senda del atraso sin tomar las riendas de su destino. Y ese es el camino que nuestros gobernantes, esos que llegan a la política por no se sabe qué méritos para gobernar –con nuestro democrático consentimiento, claro- y se saltan las normas que nos obligan a todos en aras de una supuesta inversión que encandila por las supuestas cifras y por el supuesto éxito de una marca tan reputada como Las Vegas, aunque en este caso se trate de Europa. Ojo que todo no es tan malo: el proyecto incluye el doble de teatros o auditorios que de casinos, pero no voy a entrar en el debate sobre este proyecto porque es bastante complejo para un solo folio.

Y me explico. Nuestro modelo de turismo no ha superado ese triángulo unamuniano: esa timba de tahúres, con todo tipo de juegos –a los que ahora se quiere añadir eurovegas-. Hospicios porque nuestro turismo –en la península, que no en Canarias- tiene sus orígenes precisamente en albergar peregrinos y pobres, manteniendo una constante mística y religiosa en torno a todo lo que se movía en el sector turístico durante décadas, hasta que Fraga intentó cambiar el rumbo confesional del Ministerio de Turismo que dirigiera su antecesor, Gabriel Arias Salgado. Y por último, la posada, esos fogones en los que se preparan los mejores platos y la gastronomía más notable y variada del mundo.

¿Quiero decir que todo esto es malo? Pues si y no… Si fuéramos más consecuentes, haríamos de estos recursos fortalezas: los mejores alojamientos, las rutas más variadas, los juegos más sorprendentes (que no tienen que ser sólo apuestas) y la gastronomía más deliciosa. Todo ello sin perseguir la creatividad para nuevos productos, como los que crearan Néstor Martín Fernández de la Torre o César Manrique... Lástima que sólo nos apliquemos en la parte negativa de la sentencia unamuniana y no procuremos consolidar y aumentar el valor de nuestros recursos turísticos,

Canción triste por el Hotel Maspalomas Oasis

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Anuncio del Hotel Maspalomas Oasis
"Hemos de tener en cuenta también la formidable playa de Maspalomas... que las generaciones que nos sucedan lleven a cabo proyectos que aconsejen las realidades del momento. No concibamos las cosas en pequeño, sino en grande, con la vista en el porvenir"
(Néstor Martín Fernández de la Torre, 1887-1938)

Antes de que me olvide, quisiera aclarar que en los objetivos de la celebración del 50 aniversario de Maspalomas Costa Canaria -en todo momento- hemos indicado que se trata de reconocer un hito histórico pero no para contemplar melancólica o repulsivamente (que de todo hay) el pasado, sino para repensar y recrear las bases de un futuro del que depende gran parte de la economía insular. Obviamente, en esos cálculos no entraba valorar procedimientos administrativos iniciados hace años como es el derribo y construcción de un nuevo hotel en la parcela que ocupa actualmente el Maspalomas Oasis, sobre todo porque a las numerosas incertidumbres y arbitrariedades administrativas existentes para cualquier iniciativa empresarial, la industria turística sucumbiría a la imprevisible reacción de determinadas personalidades cuando se trata de algún edificio con algún valor sentimental (¿cuál no lo tiene...?), sin tener en cuenta las normas que han de regir el conjunto de las iniciativas y acciones que empresas privadas y administración pública deben acometer con garantías para salvaguardar el futuro del principal destino turístico de Canarias. O sea, el pan de cada día.

En cuanto al Maspalomas Oasis, quisiera comentar que -en primer lugar- opino que ni éste ni los edificios de su alrededor debieron construirse ocupando el palmeral y la salida al mar del cauce del barranco de las Tirajanas. El delta natural que existía en el lugar era una joya única en el mundo y fue sometida a un proceso de embudo que supuso la destrucción del ecosistema y facilita que las riadas de las lluvias desagüen por un reducido espacio cuyas consecuencias se están viendo con la progresiva degradación de un espacio natural protegido pero no suficientemente mimado por quienes pueden y deben financiar el mantenimiento de este icono turístico y (semi)natural de Gran Canaria.

Otra cuestión que me llama la atención es la defensa tan unánime de este edificio y el silencio tan sonoro de numerosas personas y entidades cuando desaparecieron los verdaderos iconos arquitectónicos (los primeros edificios) de Maspalomas Costa Canaria, como fue La Rotonda o el poblado y ermita de San Fernando. Menos mal que el faro tenía una utilidad y se salvó de intereses o arbitrariedades, aunque aprovecho para señalar que considero un error gravísimo el uso que se le va a dar y la decisión del responsable municipal que se desentendió del edificio para traspasarlo al Cabildo perdiendo una oportunidad única de conservar un espacio central en el punto neurálgico del turismo en Gran Canaria. También es triste el silencio cómplice para con la recuperación de la exigua zona de palmeral que se conserva y que intentó poner al día para la salud de su ecosistema y disfrute de los ciudadanos el desaparecido Tony Gallardo... Y no sigo por este hilo argumental porque la lista de agravios no tiene fin.

Volviendo al Maspalomas oasis, igualmente, los arquitectos y profesionales que colaboraron o han estudiado el edificio que se va a derribar, opinan que reúne valores técnicos, históricos y singulares que le hacen merecedor de su preservación. Yo, francamente, considero que es un edificio viejo, inaccesible para personas con problemas de movilidad y con otros muchos problemas. Pero, además, a mí no me dice nada, al ser un elemento introducido en un espacio con el que se produjo desde su construcción un diálogo imposible, una usurpación. Asimismo, es un edificio que se ha convertido con el paso de los años en una burla kitsch de lo que fue -sobre todo en su interior- con una decoración tecnobarroca (me acabo de inventar la palabreja para intentar definir lo indefinible) que se desprendió de varias de las obras de arte de los creadores más reconocidos (y rentables) de nuestras Islas, como son mi tío Manolo o Martín Chirino, que formaban parte de la identidad del edificio gracias a la visión de Manuel de la Peña de convertir los equipamientos turísticos en un escaparate también del arte.

Permítanme que recuerde una reunión en octubre del año 2011 cuando acudí en compañía del alcalde y el concejal de Turismo, Marco Aurelio Pérez y Ramón Suárez, junto a la funcionaria Clara León en la que le planteamos al conde de la Vega Grande -acompañado de su hijo- el interés y las dificultades para conmemorar el cincuentenario de Maspalomas Costa Canaria. En aquel momento, Alejandro del Castillo nos planteó su sentir por la próxima demolición del Maspalomas Oasis, ya que en su momento su familia planteó a Manuel de la Peña que les gustaría que en ese lugar se levantara el mejor hotel del Atlántico, de ahí que se contara con dos de los más reputados arquitectos del momento en España, José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Mozelún. De hecho, el edificio forma parte de un catálogo de las 160 mejores obras de arquitectura en España, si bien no sé si este reconocimiento tendría más que ver el entorno donde se ubica (los arquitectos justificarían así una aberración ambiental como la que se produjo). Ante el ruego del conde, el alcalde le respondió que el procedimiento ya estaba finalizado. Eso supone que los plazos para pronunciarse o plantear posibles mejoras o alternativas habían pasado. Evidentemente, el alcalde puede parar el procedimiento, pero en estos momentos en que conseguir dinero e invertir es un milagro, provocaría una incertidumbre absoluta para el resto de iniciativas de reforma y modernización que pretenden cambiar el rumbo de Maspalomas Costa Canaria hacia la obsolescencia (si es que se puede cambiar...).

Otro debate interesante sería el de comparar este caso con otros modelos, como Las Vegas, donde es todo un show (con espectáculo y fiesta) el derribo de un edificio caduco o simplemente amortizado, para levantar uno nuevo. Si se hubiera actuado así en Maspalomas (y no tirar por tirar, como el caso de La Rotonda...) muchas zonas obsoletas tendrían otro aspecto y, probablemente, no se habría ocupado otras zonas del litoral en esa huida hacia delante que debería haberse evitado.

No quiero extenderme más, pero quiero destacar que admiro y aprecio personalmente a varias de las personas que han manifestado su opinión al respecto aunque disienta con ellos sobre la oportunidad y el deseo de mantener el edificio, si bien hay una importante laguna en mi opinión y es que todavía no conozco el proyecto del nuevo edificio que, para un enclave como el de Maspalomas, debería ser un icono como lo fue en su momento (para muchos, pero no para mí) el edificio que ahora debe demolerse. Esa es mi preocupación. Una preocupación enorme.

(Me he decidido a participar en esta polémica porque además de tener mi propia opinión, actualmente soy el Comisario del 50 aniversario de Maspalomas Costa Canaria)

Los primeros suecos de Maspalomas

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Portada del libro
Acaba de publicarse un interesante libro por iniciativa de la comunidad nórdica en Maspalomas. La obra, 'Los pioneros' cuya autora es Birgitta Frejhagen, tiene unas 170 páginas con una serie de crónicas y personajes de la historia reciente de Gran Canaria. Centrado en el desarrollo turístico de la zona de San Agustín y Maspalomas, este trabajo supone un excelente documento con una perspectiva muy interesante y nunca antes abordada de la implicación nórdica en el desarrollo turístico de Gran Canaria y la personalidad que esta comunidad imprimió a este destino el conocimiento, la tecnología y el espíritu nórdico de perfeccionismo, diseño y durabilidad.

De los primeros nórdicos que llegaron a Gran Canaria y a su capital tranquila, con una extraordinaria playa, un Pueblo Canario que permitía disfrutar del encanto del ‘tipismo’, la Casa del Turista, museos, iglesia, numerosos cines y agradables parques con cafés y terrazas entre las que destacaba el Catalina Park, con sus tertulias, encuentro intercultural y bohemia parsimoniosa.

Poco a poco fueron abriéndose restaurantes para nórdicos, más espacios para el turismo y, sobre todo, más turistas que tenían claro su objetivo: sol, calor, buen clima, cerca del mar, seguridad, comodidades y, a ser posible, un entorno social lo más nórdico posible, si bien existía una gran abismo entre la religión, cultura, política y la situación laboral de los nórdicos respecto a la de la España de la dictadura.

El libro de los pioneros recoge la ‘aventura’ de numerosos nórdicos que decidieron trabajar en Gran Canaria, en particular en la zona de Maspalomas donde se gestó el nacimiento de una ciudad concebida para los turistas y que fueron partícipes en su desarrollo y ejecución. De hecho, Bertil Harding, fue el artífice de los primeros vuelos charter desde Suecia en los años cincuenta. Con el vinieron también los guías turísticos y los primeros empresarios que abrieron restaurantes. En aquellos tiempos se le podía encontrar alojado en una caseta en Maspalomas, hasta que después de varias peripecias decidió montar su primer charter en la navidad de 1957. Hasta 1964 se realizaron vuelos con pequeñas compañías: Kanarie Resor, Europaflyg, Ungdomens Resebyra, Brodin Resebyra, Independente Air Travel, Transair... y otras que fueron absorbidas posteriormente por Fritidsresor, Ving, TUI o Thomas Cook.

Muchos de estos nórdicos se decidieron a viajar a Gran Canaria por el clima para poder mejorar su calidad de vida frente a enfermedades pulmonares que auguraban -a juicio de sus médicos- una vida muy corta en sus países de origen. De hecho uno de los más importantes y duraderos equipamientos que crearon los suecos fue el centro Svenska Re, financiado por varias grandes empresas para disponer de un lugar para la rehabilitación de sus empleados, aunque más bien se dedica a la prevención lo que, a la larga, ha resultado una rentable política que evita tener que curar a enfermos en vez de mejorar el rendimiento de los sanos.

La comunidad fue creciendo, tanto la establecida en la isla como la que venía por temporadas, con lo que las empresas que crearon para atender las necesidades y gustos de los suecos se consolidaron, tanto con restaurantes (el Bellman es un histórico) o la clebración de pases de moda, peluquerías y representación de productos y servicios por los propios suecos. Hans y Lillemor Larsson, creadores del Bellman se desplazaron al sur de la isla y crearon el Café París, un establecimiento que ya es un histórico en el lugar.

La relación del conde de la Vega Grande con los suecos fue muy estrecha desde el principio.  Tras el concurso internacional de ideas, el complejo Nueva Suecia fue construido por Sven Kviborg. Un desarrollo turístico que acarreó también que la familia condal acometiera obras de infraestructura (carreteras, electricidad, presas, depuradora...) o equipamientos para turistas (La Rotonda, Sioux City, Aeroclub...).

Fruto de ese auge nórdico la esposa del emprendedor Lambert Wagner, Britta, fue secretaria del conde durante siete años (65-72) y su marido el responsable de la electricidad que abastecía el sur turístico (en otra ocasión he contado el boicot de Unelco -todavía no pertenecía al INI- a la instalación de la red hasta el sur). Un servicio eléctrico que en sus orígenes contaba con la misma calidad que Estocolmo aunque el generador se encontraba bajo el puente del barranco.

Los suecos tenían claro que debían organizarse y coordinar sus actividades, por lo que se creó el colectivo TT, una red formada por 18 empresarios suecos en Gran Canaria, entre os que figuraban los representantes de ASEA, SAD, Electrolux, Skarne International, el cónsul y otros que durante 40 años se reunieron cada mes. Otro colectivo empresarial en Suecia era el conocido como ‘Grupo de los siete’ que se reunía cada mes liderado por Nils-Henrik Oberg, entonces director de la aseguradora Flygia, su estado de salud le movió a plantear invertir en Canarias. Fue el origen de Nueva Suecia con el constructor Sven Kviborg.

Tecnología, materiales y productos suecos fueron los recursos que dieron personalidad al arranque de la urbanización de Maspalomas Costa Canaria. La construcción de Svenska Re (centro de rehabilitación y tratamiento para ejecutivos y empleados suecos) y Rocas Rojas fueron iniciativas de la empresa SAF, que se unió a la familia condal para crear MASSAF, un revulsivo en el uso de paneles de hormigón y otros productos en el desarrollo urbanístico de la zona.

Hay en este libro otras muchas historias (no todas, pero si un amplio abanico), de personas, de ausentes, descendientes, lugares, construcciones, iniciativas como la iglesia escandinava o la mezquita (promovida por un musulmán de nacionalidad sueca...), cosas que hay que buscar y saborear en el libro.

En definitva, Más de medio siglo de vinculación entre dos pueblos que comienzan, tras muchas décadas, a reconocerse como responsables, partícipes y compartidores de un pasado, presente y futuro para Maspalomas y Gran Canaria.

Terrorismo vs. turismo

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Restos de un de los avión accidentado en los Rodeos
La muerte de Antonio Cubillo (1930-2012) nos permite abordar las implicaciones de la actividad terrorista sobre el sector turístico en Canarias. Como máximo dirigente del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (Mpaiac) promovió acciónes de 'lucha armada' contra la situación colonial de las Islas Canarias, amparado por el gobierno argelino que le promocionó en organismos e instituciones internacionales como representante de un movimiento de liberación africano (la Organización por la Unidad Africana llegó a reconocer Canarias como un residuo del colonialismo europeo) y consiguió aglutinar en torno a la emisora que dispuso en Argel (La voz de Canarias Libre), a grupos de independentistas, nacionalistas o separatistas como el Frente de Liberación Nacional (muy influenciado por las teorías de Franz Fanon.

Desde las ondas de la emisora animaba a sus seguidores a combatir la situación colonial con la creación de unas denominadas Fuerzas Armadas Guanches, cuyo objetivo era la desestabilización política y económica del Archipiélago en uno de los momentos de mayor crecimiento turístico de Canarias donde se vivía un neocolonialismo nórdico gracias a las políticas liberalizadoras de inversión extranjera promovidas por Manuel Fraga y amparadas en normas fiscales como la Ley Strauss alemana para invertir en paises subdesarrollados, precisamente en aquellos territorios de mayor calidad ambiental y potencial turístico como eran las Islas Canarias.

El primer artefacto explosivo del Mpaiac estalló en el exterior del edificio del centro comercial Galerías Preciados de la calle Mesa y López, en Las Palmas de Gran Canaria, el 1 de noviembre de 1976. La acitividad terrorista duró dieciocho meses, hasta el atentado contra su líder, Antonio Cubillo, en Argel en abril de 1978, por encargo de los servicios de inteligencia españoles.

Eran los momentos más difíciles de inestabilidad política en Canarias, con varios fallecidos por una represión desmedida (la muerte del estudiante Javier Quesada sigue siendo un asesinato sin solución judicial) de la transición política española, el abandono del Sahara -lo que sembró dudas sobre qué haría España si Marruecos planteaba sus exigencias sobre el Archipiélago- y los momentos de mayor actividad de organizaciones como los vascos de ETA o los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (Grapo). A diferencia de lo que se vivía en la Península, el Mpaiac utilizaba bombas de fabricación casera y algunos kilos de goma dos en cada acto terrorista.

Según relata Antonio González en La Provincia el Mpaiac llegó a colocar unos sesenta artefactos, de los que sólo explotaron 28. También hubo "robos, pequeños atracos y el intento siempre fallido del cobro del impuesto revolucionario a empresas en las Islas".

El Mpaiac nunca tuvo una militancia relevante en número y preparación terrorista, ni tampoco tuvo respaldo en las urnas: un muerto y casi una decena de heridos, algunos de ellos de consideración. Así como  la responsabilidad indirecta en el dramático accidente aéreo de Los Rodeos en 1977, considerado el peor de la historia de la aviación, con 583 muertos. Una amenaza de bomba en Gando, cuya finalidad era 'despistar' a la Policía para facilitar la huída de Ángel Cabrera 'El Rubio' (a quien se acusó del secuestro del empresario Eufemiano Fuentes), desató la tragedia.

También hubo un intento de secuestro de un barco, y se provocó "un gran incendio en el hotel Beverly Park, en Gran Canaria. No hubo heridos, pero se marcó como línea estratégica de la violencia de este grupo el sabotaje al turismo. Semanas después explotan otros siete artefactos en Las Palmas de Gran Canaria, esta vez en las agencias de viajes Fernando Poo, South África, en las oficinas de Iberia en la Avenida Marítima y en los antiguos Almacenes Simago, junto a la calle Triana", recuerda Antonio González.

Asimismo, colocaron explosivos en "las oficinas de Información y Turismo del Puerto de la Cruz, el hotel Valle Mar del Puerto de la Cruz, en la residencia de verano del Capitán General de Canarias, en La Laguna, en la Mutualidad Laboral y en Galerías Preciados de Santa Cruz de Tenerife, en el hotel Botánico del Puerto de la Cruz, donde una turista británica resultó herida, y en el Banco Central, en La Laguna, cuyo inmueble fue destrozado. En Madrid también actuaría el Mpaiac, colocando bombas en el exterior de Galerías Preciados, del Ministerio de Asuntos Exteriores y en la estatua de Isabel la Católica, en la Plaza de España".

La única víctima mortal, directa, se produjo en febrero de 1978, "el artificiero Rafael Valdenebro Sotelo, de 27 años, muere días después de que le estallara una bomba que intentaba desactivar en el entonces Banco de Vizcaya, en La Laguna".

El accidente de Los Rodeos tuvo varias consecuencias: se aceleraron los trabajos para iniciar la construcción del aeropuerto del sur de Tenerife (como se había aconsejado en la Real Orden de 8 de abril de 1930), y se dio la estocada al incipiente turismo norteamericano que había comenzado a llegar a las Islas. La prensa europea ya se había hecho eco de las actividades del Mpaiac, tanto en los periódicos españoles como en los de los países escandinavos, dando el apodo de 'espantaturistas' al dirigente independentista.

Elecciones democráticas (junio de 1977) y conflictividad laboral (primera huelga en el sector hostelero en diciembre de 1978, coincidieron con la segunda gran crisis turística en Canarias. La creación del Patronato Provincial de Turismo, con una importante labor de promoción (hasta entonces limitada al esfuerzo voluntarista de empresarios y organizaciones como el Centro de Iniciativas y Turismo) intentaron ser el contrapeso a una situación en la que también tenía un enorme peso los excesos de construcción ante una demanda que parecía no tener límites.

El pacto por el sol

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Una de las playas de Papagayo
No, no se asusten. No se trata de un artículo sobre el fin del mundo o algo similar. En realidad, quiero hablar sobre las hamacas en Papagayo, una cuestión que a primera vista parecería que se podría sustanciar en un par de líneas, pero yo lo veo como uno de los ejemplos para desarrollar en Canarias el necesario e inaplazable pacto sobre el uso del paisaje público y otros recursos naturales que el turista disfruta. De ahí que propugne el ‘Pacto por el sol activo’ que regularía el uso y negocio del tiempo y el espacio en Canarias que son, sin duda, nuestro principal recurso económico.

La polémica ha estallado tras el anuncio de instalación de 250 hamacas, 125 sombrillas, kiosco con terraza para 20 mesas, torreta de vigilancia e infraestructura para 10 patines y 10 kayaks en Playa Mujeres, la primera de las calas de Papagayo en el municipio lanzaroteño de Yaiza. Colectivos ciudadanos, incluida la Fundación César Manrique (FCM) se oponen a tal medida, entendible desde el prisma del Ayuntamiento por la necesidad de recaudar fondos para mantener servicios municipales –incluida la limpieza de las playas-.

Estamos ante un tema sensible para los canarios porque nos cuesta desprendernos de aquellos momentos intensos, solitarios, vividos en la naturaleza. Por ejemplo, mi primera estancia en Guguy en 1974, donde vimos cómo se marchaba un extranjero con el solajero del mediodía y le preguntamos si había alguien en la playa y nos respondió que no. Al preguntarle por qué se marchaba nos respondió que ya había demasiada gente... O cuando acudí por primera vez a la Caldera de Taburiente en 1975, donde sólo vimos un par de vacas pastando en los cinco días que estuvimos en el interior del Parque Nacional. O aquella primera vez en Papagayo en verano de 1978, con las calas vacías, desérticas...

Todavía hoy se conservan lugares y paisajes que mantienen aquel ‘estado del espíritu’.

Los mismos que ofrecemos en las imágenes promocionales para que nos visiten en busca de la ensoñación del paraíso enmarcado en paisajes de sol y playa. De hecho, el turista sabe que cerca de su cama de hotel está ese espacio antagónico a la urbe, aunque no vaya a pasear o bañarse porque se queda en su jardín de hotel con piscina y terrazas soleadas que se llevará en su retina para conservar en su casa mientras ve pasar los días laborales a la espera de la vuelta a las vacaciones.

La playa, no necesita intervención ni interpretaciones para mantener sus atractivos (y menos en Canarias). Sol, mar y arena –y encima rubia, el oro natural de las Islas-. Es nuestro mejor reclamo y recuerdo. El souvenir sin artificios. Además, el turista puede acceder en las Islas a otros productos para el tiempo que también son activos en determinados espacios y de los que César Manrique ha sido el perfecto ‘artescenógrafo’: la sutil accesibilidad a los Jameos; las formas lumínicas de los ríos de aire y piedra de la Cueva de Los Verdes, La exhibición generosa del fuego de Timanfaya, el jardín del volcán de cactus en Guatiza. O las aportaciones del pueblo lanzaroteño durante siglos con sus mosaicos vivos en las salinas o la escultura de siglos sobre el picón para crear la Geria...

Pero la playa, nuestro territorio de más calidad ambiental, paisajística y social, era la imagen turística a vender. Hasta que se vendió a precio de saldo sin pensar que se estaba acabando con las reservas del sueño vacacional en determinadas islas y en especial en Lanzarote.

A todo esto, volvemos al periódico La Provincia del sábado en el que se publica que en 1984 César defendía la virginidad de la playa de Papagayo y se opuso con su lógica aplastante a las intenciones de Honorio García Bravo (el que decía que el agua del municipio que presidía, Yaiza, era el champán Moët Chandon, aunque sólo lo bebía él y unos pocos allegados). Un político a la usanza bananera de estas ínsulas sumisas a los vaivenes de intereses particulares, locales, insulares o arbitrarios. Sin embargo, la reacción enérgica (siempre) de Manrique logró una victoria pírrica, ya que García Bravo gestaba una maniobra que superaba el peor escenario imaginable para el artista: la venta de todo el territorio de Papagayo (que era de propiedad municipal, de todos los yaizeros) a un testaferro. Una historia que debió merecer un procedimiento judicial, pero en este país el bien público es una quimera a expensas de saqueadores.

Ahora a pocos metros de las maravillosas playas de Papagayo hay una marina para yates en El Rubicón, hoteles ilegales, apartamentos y nada de cuidado del torreón, ni de los algibes... Las primeras construcciones coloniales de la historia de estas islas de la fortuna (para unos pocos) son testigos de la desidia institucional como ejemplo de la gran mentira del discurso de la puesta en valor de la naturaleza, la cultura y el patrimonio cultural como elementos de autenticidad para la satisfacción de los deseos del turista.

Los yaizeros –mayoritariamente- han permitido que les saqueen a antojo y hayan ocupado el espacio de más valor paisajístico y turístico de la Isla (sin menospreciar el resto de parajes de Lanzarote que tanto admiro, tanto naturales como los transformados por el pueblo lanzaroteño o la visión de César). Pero en este caso, se pretende conseguir recursos para mantener unos servicios que permitan atender las necesidades de los ciudadanos y mantener la actividad turística (la legal) en unos niveles aceptables para no hundir al sector.

Una falta de dinero que hay que cubrir, pero que –posiblemente- con la colocación de hamacas, sombrillas, bar, etc., pondría fin al escaso territorio que queda en la isla para disfrutar de la playa como se ha venido haciendo históricamente y como esperan los turistas.

Ante esto ¿dónde está todo el dinero que se ha movido por el municipio con la construcción de tantos complejos turísticos? No queda nada, nos dicen y ahora el Consistorio retoma una iniciativa que no sacará a Yaiza de la miseria en que lo han sumido un rosario de alcaldes que han trasladado la actividad administrativa a los tribunales. La medida no solucionará –ni de lejos- los problemas financieros del municipio y, por el contrario, será un paso más en la pérdida de atractivo del paisaje idealizado en el que las hamacas suplantarán la imagen de Raquel Welch perseguida por tortugas gigantes del terciario. Una cuestión financiera que asfixia a un municipio que cuenta con 18.000 camas turísticas de las que 8.000 son ilegales y, aún así, acaba de aprobar un planeamiento que incrementará la oferta hasta 25.722 plazas.

Quizás sea este el ejemplo más claro de las carencias de un destino de sol y playa, naturaleza y clima... ¿Qué se ‘vende’ si el recurso es intangible? Cuando el territorio es el principal recurso turístico y éste se encuentra en islas –por lo que es escaso y limitado-, cualquier medida debe contemplar las dos variables para que sea sostenible: Paisaje (emociones y tiempo) y espacio (actividades).

En Canarias hasta ahora, la industria turística ha funcionado vendiendo los espacios más valiosos, los territorios, con métodos bananeros... Ya es hora de que el negocio deje de amenazar la calidad del destino, una opción negativa para todo el sector. En el caso de Yaiza, al parecer, el objetivo es la defensa de los intereses de los grupos que han ocupado el territorio ilegítimamente a la vista de las sentencias condenatorias. Tal ‘asalto’ no ha supuesto la garantía de liquidez y solvencia económica del Ayuntamiento.

Por ello, ahora toca gravar a los usuarios de las playas con servicios privatizadores y adulteradores de la playa. Frente a ello, se plantea que la legalización de los establecimientos (sea por subasta u otro procedimiento) permita al Ayuntamiento obtener fondos para garantizar los servicios.

Pero, aún así, esta solución que plantean desde la Fundación César Manrique no solucionaría el problema de ruina enquistado en Yaiza (y extrapolable a los municipios turísticos). Y es que los canarios tenemos una contradictoria forma de gobernarnos: por un lado tenemos muchas limitaciones y muchas normas que permiten al turista disfrutar del paisaje y del tiempo (la Ley del Cielo, la de Espacios Naturales, la de Directrices y otras que nos diferencian de otros destinos turísticos). Por el lado contrario, no hay financiación para desarrollar y garantizar el futuro de esos recursos tan determinantes para el éxito turístico.

Estamos en el punto en el que se ha de tomar decisiones que solucionen los problemas de las partes implicadas: Ayuntamiento (y otras instituciones), ciudadanos y sector turístico. El primero necesita dinero (y esperemos que sea con honestas intenciones); la sociedad isleña defiende un paisaje del que está orgulloso y sabe que es reclamo para turistas; y los hosteleros saben que el precio es la medida que les hace competitivos y que el paisaje es la medida que permite satisfacer el tiempo de vacaciones a sus clientes. Por ello es necesario un pacto que garantice ingresos y respete los restos de naturaleza que han sobrevivido y que, además, son parte de la oferta del paraíso soñado para el turista.

El canario –y el turista- no entiende ni acepta la agonía territorial. Una decadencia que desde las administraciones no ha sido frenada, a pesar de moratorias, directrices y otros discursos que han perjudicado a unos y no han satisfecho a otros, al no existir un acuerdo social previo que debió establecerse en torno a un Compromiso por el Desarrollo Sostenible que intentó ponerse en marcha, pero que debe retomarse con toda urgencia.

Parece algo anecdótico, pero estas hamacas suponen una transformación de la playa y el cobro de impuestos y tasas a los usuarios, lo que es una discriminación para el residente.

Habrá que ver cuánto y en qué conceptos se aporta por el vecino y por el turista para de esta manera poder establecer los criterios de uso y disfrute del paisaje/tiempo y del espacio/actividad en nuestras Islas. Lo extraño es que todavía no se haya hecho. Yo creo que no es difícil cuantificarlo y repensarlo. De hecho, creo que podría dar paso a un Pacto por el sol.

El jardín de las delicias en peligro

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Roque Nublo, en Gran Canaria
Esta semana que finaliza hemos conocido dos noticias alarmantes. No sólo por el riesgo medioambiental que suponen, sino porque son la demostración de una lamentable gestión política de los recursos naturales de Canarias, uno de los principales atractivos turísticos de estas islas que han convertido a Canarias en el destino de leyenda por sus paisajes singulares, su excelente clima y sus variados ecosistemas, principalmente las playas y la garantía de sol.

El primer disgusto fue la de la sentencia estrambótica que ponía de manifiesto que las leyes se aprueban para que el Gobierno de Canarias sea el primero en incumplirlas. Todos estábamos convencidos, tras declararse por Ley la protección de espacios de gran valor natural, que se había puesto cerco al afán constructor y arrasador de empresas y particulares en importantes relictos naturales de nuestro territorio. Sin embargo, las leyes hay que desarrollarlas, acompañarlas de financiación y dar respuesta a los habitantes de la zona afectada, incumplimientos que ha puesto en evidencia la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias al dar la razón a un ciudadano que construyó en Tamadaba una obra que -ahora- no es sancionable ni ilegal porque el Gobierno de Canarias no ha realizado el Plan de Ordenación de Recursos Naturales del Parque Natural donde se ubica dicha obra. Tanto dinero gastado en consejerías, viceconsejerías, direcciones generales, agencias, empresas públicas, consultores, asesores, así como en agencias de protección del medio natural, y sin embargo durante dos décadas no se han elaborado los documentos necesarios para evitar la indefensión jurídica de ciudadanos y de los espacios a proteger.

La segunda 'bomba' es la reducción en un 75% del presupuesto de los cuatro Parques Nacionales en Canarias. Todos saben que este Archipiélago es una joya mundial de la naturaleza. Es el territorio español con mayor número de espacios con la máxima protección posible en el país. Un motivo de orgullo que dependía del Estado. Sin embargo, el Gobierno de Canarias consideraba que esos iconos del paisaje y la naturaleza debían ser gestionados desde Canarias, lo cual se hizo efectivo en 2009. Ahora, apenas dos años después, se le retira casi todo el dinero que -no olvidemos- se transfiere desde Madrid para la gestión de los Parques (vigilancia, recuperación de especies, prevención de incendios, investigación, guías, planes didácticos...) y dicha desaparición se produce por decisión del Gobierno de Canarias, el que quería gestionar mejor los Parques Nacionales de Canarias para su mayor reconocimiento en el mundo.

Como en toda mascarada, el despojo a los Parques Nacionales comenzó con la reducción de cinco a un millón de euros. Una vez producida la alarma social, se responde diciendo que añaden otros dos millones. En total, tres millones para los cuatro Parques Nacionales que percibían cinco el año (que no es gran cosa). Un escándalo. Una vergonzosa burla de los políticos que dirigen esta Comunidad. Para esto, mejor hubieran dejado las competencias de los Parques Nacionales en manos de la administración estatal, por mucho que nos duela reconocer que somos -los canarios- el peor enemigo de nuestros recursos. Y ya puestos ¿para qué pagamos un gobierno y un parlamento si no desarrollan las leyes y no hay dinero para los parques nacionales además de convertir los servicios públicos en un erial?

Aprovecho para manifestar que siempre he tenido envidia de las islas que tienene Parques Nacionales. De hecho, Gran Canaria y Fuerteventura merecen contar con territorios con la máxima protección y un uso social y turístico adecuados. Pero, algunos grancanarios creían más importante su interés particular que el de la colectividad porque no se fían de las administraciones ni de algunos burócratas que se arrogan poderes sobrenaturales frente al ciudadano. Y, por lo visto, parece que tienen razón.

Rostros de la barbarie

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Bahía de Cochinos (1961. Acrílico sobre táblex, 94x123 cm)

La obra de Jane Millares tiene una permanente referencia a la opresión que padece la mujer, sin dejar de reivindicar los valores y orgullo de la feminidad. Asimismo, hay una temática afianzada en la obra que está vinculada a retratar y reivindicar los elementos identitarios de la isla y la canariedad en la arqueología, la arquitectura, el paisaje y en los pequeños detalles de una vida de recreación en lo cotidiano y lo cercano.

Pero también hay otra Jane Millares con profundas convicciones y sufrimientos: el dolor que le produce la barbarie humana.

Miembro de una saga de intelectuales y defensores de los derechos humanos, Jane expresa en diferentes épocas su angustia por las atrocidades que comete el ser humano contra la humanidad.

Implicada con sus hermanos en lo social a través de la poesía y de la pintura sin someterse a las imposiciones de la dictadura o de una curia que se posicionó a favor del fascismo, principales inquisidores contra Juan Millares Carló (padre de Jane al que despojaron de su cátedra). Por su parte, Jane Millares Sall aporta un mensaje directo y descarnado contra el fascismo y el imperialismo, así como contra la pena de muerte que, en este país y en aquel momento, se ejecutaba mediante el garrote vil.

Hay tres cuadros que reflejan perfectamente esta dimensión política de Jane Millares: La cara del fascismo, Bahía de Cochinos y El garrote vil.

La cara del fascismo (1961. Óleo sobre táblex, 59´5x46´5 cm)


La cara del fascismo es un retrato que no precisa interpretación. Un rostro descarnado, brutal, monstruoso y envilecido. Un rostro que completa el plano con el saludo fascista con una mano desproporcionada que se muestra arrogante y coactiva al espectador.

Bahía de Cochinos es una obra de especial dramatismo, de tonos y figuras angustiosas. Con la presencia obsesiva del rojo sobre el negro. En este cuadro, Jane incluye elementos icónicos con los que plantea un manifiesto contra la injerencia bélica de las potencias militares. En la obra encontramos tres aviones bombarderos, máquinas grises sobre un espacio de dolor y seres retorcidos. Bajo cada aparato el estruendo en colores de tres bombas. Cinco rostros se sitúan en la zona inferior. Cuatro seres agonizan y el quinto exhala su último aliento en forma de una extraña figura en negros y grises de la que se eleva un puño que forma el ídolo o icono central del cuadro y ‘golpea’ uno de los aviones. Es el único rostro que tiene dos figuras en el ojo, a modo de párpados cerrados, la muerte sin sentido de un ciudadano sobre el que caen los impactos arbitrarios de la maquinaria de guerra más brutal.

El rojo lo domina todo, un rojo de llamaradas en casi toda la obra salvo en la parte inferior, donde el rojo recuerda la sangre, a borbotones, dantesca imagen anegada en coágulos de destrucción. Sobre el sangriento escenario, el primer avión luce de forma causal unas líneas que permiten leer a primera vista el símbolo de la svástica nazi, torturante recuerdo de la reciente guerra mundial y la participación alemana en la guerra civil española. Aviones que vienen desde un occidente imaginario frente al que una mano abierta muestra su rechazo a la barbarie, un ‘no pasarán’ de un pueblo sin armas para hacer frente a un enemigo que reparte muerte y tragedia colateral en cada bomba arrojada.

Garrote vil (1974. Acrílico sobre táblex, 89x100 cm)


Por último, y no significa que sea su última obra sobre esta temática, nos paramos a observar El garrote vil. La pintura que realizó en homenaje a Juan García, El Corredera, la última víctima de la guerra civil y el último condenado y ejecutado con la pena de muerte en Canarias. Todos los intentos por conmutar la pena de muerte por parte de la sociedad grancanaria, incluido el obispo, fueron inútiles y en octubre de 1959 era ejecutado el hombre para que surgiera un mito en la historia local. En este proceso tuvo un importante papel el marido de Jane, Luis Jorge, quien visitaba al perseguido junto a Germán Pírez, y fue el que –como corresponsal de United Press International- remitió los telegramas que dieron a conocer en el mundo el proceso y el final del Corredera.

Para reflejar los sentimientos de la artista, el lienzo está cubierto de negro, de una época oscura sin claridad ni luminosidad, una censura que lo intentaba ocultar todo. Sobre ese fondo, unas líneas que reconocen un cuerpo en forma de Cristo en la cruz, el martirio de un ser humano frente a la más letal de las sentencias de los humanos: la pena de muerte. Una muerte a través de un punzón que penetra en la nuca y provoca la caída mortal de una figura que es la cabeza del condenado.

Tres obras realizadas en una época en la que la persecución y represión de los contrarios al régimen franquista fue experimentada por Jane Millares que vivió en el seno de su familia el exilio, la ruina económica a causa de la depuración de su padre como catedrático por sus ideas republicanas, o que pudo ser testigo de la detención de sus hermanos y, lo más grave aún, sufrió la muerte de su hermano Sixto con tuberculosis a los 22 años por falta de una alimentación adecuada.

Imágenes y recuerdos de una realidad que plasmó en estas obras (y otras) que recogían las obsesiones que le provocaron profundos estados de depresión ante un mundo que no comprendía y que tenía como seña de identidad la destrucción desproporcionada por la arbitrariedad de unos pocos.

Hoteles y locales turísticos: ¿industria o monumentos?

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Inicio obras Hotel Maspalomas Oasis.
Es sorprendente el inusitado interés que ha despertado Maspalomas Costa Canaria en apenas un año desde que empezó a desarrollarse la conmemoración del 50 aniversario del inicio de la urbanización. Sorprendente y a la vez muy buena noticia que el silencio absoluto –y a veces cómplice- se haya roto y todos quieran lo mejor para el principal destino turístico de Canarias (a pesar de su obsolescencia ya alarmante por esta tardía reacción).

Fruto de ese interés (que en parte habrá que achacárselo al Ayuntamiento de San Bartolomé que, sin recursos, ha desarrollado una impresionante puesta en escena del 50 aniversario) se va a analizar si el edificio del Hotel Maspalomas Oasis merece ser protegido como Bien de Interés Cultural (BIC), dados los valores arquitectónicos y sentimentales que han manifestado diferentes personalidades.

Yo ya he manifestado mi apuesta (y mis dudas) por el derribo del edificio y la necesidad de que se ponga fin a su agonía que comenzó justo al par de años de su construcción, desde que se duplicara el número de camas a finales de los sesenta o cuando pasó a manos de un testaferro de Mario Conde y destruyeron casi todos los interiores para conseguir más camas. Y así hasta que sus actuales propietarios han sido conscientes de que las 5 estrellas estaban más que en peligro de perderse.

Pero bueno, ante la noticia del procedimiento para la posible declaración del BIC, me hago las siguientes preguntas:

  • ¿Es más importante proteger el edificio ‘sine die’ o intentar recuperar el palmeral en un futuro? Porque está claro que si se protege, no habrá posibilidad de recuperar el palmeral, si acaso este es el valor de la zona que, a la vista está, parece que no es el interés de quienes promueven el BIC a pesar de existir numerosas parcelas en el entorno que no están precisamente sobre el palmeral.
     
  • ¿Pone fin esta iniciativa a los más de 45 años de obras impresentables, mantenimiento cicatero y silencio frente a las tropelías de lo que ha sido una parte importante de la construcción en Playa del Inglés y Maspalomas?
     
  • ¿Antes de un catálogo de edificios a proteger no habría que hacer uno de edificios a dinamitar urgentemente por el bien de nuestra industria turística? (y repito lo de dinamitar porque ya lo pidió César Manrique en los años 80 y no le hicieron caso).
    ¿La industria turística necesita que se protejan los edificios amortizados o facilitar y potenciar la renovación constante para que no pierdan competitividad?
Revista BASA 28
  • Si este edificio merece ser protegido ¿por qué no se protegen los que fueron realizados por Luis López Díaz -mimetizador-, Manuel de la Cueva -innovador- o Piñeiro -tematizador-? Basta leer la revista BASA de los arquitectos canarios para darse cuenta de que reúnen valores arquitectónicos que los distinguen para su conservación, aunque eso a los propietarios (industriales que necesitan mantener puestos de trabajo e inversión) no creo que les anime. Y no serían los únicos establecimientos, ya que puestos a valorar habría muchas propuestas sobre la mesa: espantosos centros comerciales incluidos.
O sea que, junto a la alegría de ver cómo se ha levantado el interés y el ánimo por Maspalomas Costa Canaria, deberíamos centrarnos en aclarar cuál es su realidad y su futuro. Plantearnos si la conservación de un edificio sobre el que ya existe un procedimiento administrativo en marcha para su demolición y posterior construcción de uno nuevo (que debería ser excepcional por el enclave en el que se va a levantar). A todo esto, no olvidemos que han desaparecido (o a punto han estado de caer víctimas de la piqueta) construcciones como La Rotonda, El Abanico, la iglesia de San Fernando y, casi casi, el Folías. Y no olvidemos el conjunto natural de la charca, el palmeral y las dunas ¿nadie dice nada para conservar, recuperar y mejorar el verdadero atractivo turístico de Maspalomas Costa Canaria?

La arruga desnuda es bella

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Un obeso de carne flácida.
Les ruego disculpen que no haya escrito antes y es que no he tenido tiempo, pero hoy la actualidad me ha superado y empujado a escribir estas líneas. Y es que una patronal del sector del ocio, bajo el acrónimo de FECAO, ha soltado un exabrupto que me ha dejado boquiabierto, asombrado y asqueado.

Resulta que estos empresarios, supongo que no todos, consideran qe el nudismo no es malo si lo practican modelos de pasarela. Tabletudos y silicónicas obsesivos de gimnasio, dietas inhumanas y esmerados lectores de espejo -que no de literatura universal-. Carne de reality y portada de Interviú que es lo que deben leer en sus ratos libres o en sus desahogos estomacales estos directivos de la Federación del Ocio.

De ahí que repudien el que se permita el nudismo en las playas del sur de Gran Canaria, pero no de forma generalizada, sino sólo a las personas mayores de edad con su piel ya superada por el paso de los años o las grasas acumuladas. El periódico retrata la postura de estos iluminados en el siguiente sumario:

"Una mujer vieja, flácida o voluminosa nunca podrá tener otro desnudo que el desnudo grosero y repulsivo"

O esta otra pieza antológica: "el nudismo despierta nuestras más bajas emociones y suele interponerse en el comportamiento recto de todo hombre o mujer".

Hasta ahora había entendido, que no compartido, los tabúes y prejuicios de una educación y una moral que nos obliga a cubrirnos desde que nacemos, olvidando que venimos al mundo como lo que somos: un cuerpo biológico que tiene unos órganos, funciones y necesidades. Lejos de entenderlo así, hemos generado una serie de rituales y códigos morales que limitan o reprimen nuestro cuerpo, si bien poco a poco se ha ido superando este complejo comportamiento que se nos inculca desde la infancia en un sistema -educativo y moral- con una gran carga de represión del cuerpo.

Hasta ahora se había alcanzado un cierto consenso en cuanto a zonas o lugares donde los nudistas podían disfrutar del mar o del campo. Zonas acotadas y establecimientos donde la vida naturista no entiende de sexos, edades o masa corporal. Lugares donde, incluso, los no nudistas pasean sin que les impidan el paso o les insulten por cubrir parte de su cuerpo porque el nudista no repara en los demás porque está entretenido en disfrutar de esos momentos y espacios en los que se siente a gusto consigo mismo. Tenga la edad que tenga y la forma que el cuerpo haya desarrollado.

Pero claro, vivimos en una sociedad en la que hay de todo, incluso tarados capaces de dedicar parte de su tiempo a lo absurdo o, peor aún, a plantear que una persona obesa, o mayor de edad (y supongo que también rechazarán el desnudo de personas con alguna discapacidad física) no pueda disfrutar del sol y el mar igual de desnudo que los jóvenes. Aunque yo no encuentre la diferencia entre los michelines y arrugas con o sin bañador... ¿O es que un obeso deja de serlo si se pone un meyba?

Si querían hacerse oir lo han conseguido. Están en las portadas de los diarios digitales de ámbito nacional. De hecho han sido los protagonistas del mayor acto de exhibicionismo tolete que se había realizado en el siglo XXI respecto al naturismo. Y, precisamente, en un momento en el que hasta los políticos están enseñando sus vergüenzas en público.

Maspalomas City/ciudad

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El 'oasis', el origen del destino turístico más importante
50 años después de iniciarse la urbanización de Maspalomas Costa Canaria, laOrganización Mundial del Turismo (OMT) ha consagrado la primera gran ciudad turística moderna de Europa. Un reconocimiento que tiene mucho que ver con su capacidad para inventarse y para convertirse en el principal destino europeo para el turismo, pero que hasta ahora no era consciente de su realidad.

Sin embargo, ha sido la casualidad, la necesidad o la oportunidad lo que ha consolidado la ciudad turística de Maspalomas. Los problemas estructurales del edificio que albergaba las Oficinas Municipales de Maspalomas, obligaron a dispersar las dependencias por diversos lugares, lo que supuso un desparrame de los servicios municipales por San Fernando, Campo Internacional y otros, lo que hacía de cualquier gestión un viacrucis para los ciudadanos y, políticamente, un complicado organigrama urbano en el que era difícil realizar un control adecuado de la maquinaria administrativa.

Hace tan sólo un año, el actual grupo de Gobierno adoptó la decisión de 'tomar' el edificio que se había construido para albergar la biblioteca, para convertirlo en el 'Ayuntamiento' operativo y centralizado que atienda al ciudadano. Un edificio cristalino, una zoco recubierto de cristlaes que es una plaza y a la vez Ayuntamiento. Una enorme biblioteca de ciudadanos, no de libros, que se ha convertido en un continuo trasiego de gentes que son atentidos por el personal municipal, y que se sienten parte del municipio porque -por la casualidad antes comentada- encuentran todo en un lugar que, además, es próximo y abierto, transparente.

Con estos cambios, lo primero que uno se plantea es que los arquitectos y urbanistas habían equivocado el planeamiento. Por un lado, el anterior edificio de las Oficinas Municipales era una construcción que alejaba a los gobernantes locales de la ciudadanía, tanto por su ubicación como por su propia forma arquitectónica. Probablemente, la decisión de su proyecto (y de sus materiales, porque mira que duró poco...) y de la parcela donde se ubicó fuera política, aunque los arquitectos podrían haber insistido en la necesidad de 'crear ciudad'.

Y es que, posiblemente, contra el planeamiento que se había previsto, ahora ya está consolidada (y preparada para su desarrollo) la ciudad de Maspalomas que, por su importancia turística, denominaremos Maspalomas City.

Una ciudad que puede servir de modelo para todas las zonas turísticas surgidas tras el boom del turismo de masas. Como por ejemplo la Costa del Sol que, si lo miramos desde el aire, se ha formado en un continuo inacabable de urbanizaciones que no han conseguido crear ciudad.

Pero en Maspalomas ya encontramos una urbe con definición, en la que el turismo ocupa la mayor parte de una estructura con forma casi cuadrada, con un vértice que acoge a la población residente y otros dos la zona turística para finalizar en la esquina sur con la playa, las dunas, la charca y el palmeral.

La zona residencial cuenta -además de las Oficinas Municipales- con un campo de fútbol donde se juegan partidos internacionales. El Centro Cultural, la Casa Condal, zonas infantiles, piscina y zonas deportivas, mercado de abastos, zonas de viviendas en adosados, en pisos (de baja altura), zona industrial, zonas comerciales con una amplia oferta gastronómica, equipamientos sociales, educativos, sanitarios, parques como el Parque del Sur, donde se encuentra el Auditorio de la Organización Mundial del Turismo y, en definitiva. una intensa actividad alimentada por una industria, la turística, que permite que todo el año se perciba la vitalidad de este núcleo joven de población. Una sociedad que cuenta con una oferta educativa pública y privada de primer orden, al igual que la oferta sanitaria, con hospitales que tienen claro cuál es su objeto y el beneficio que mutuamente se aportan a diferentes perfiles de turistas a la vez que garantizan la atención médica de calidad a los residentes.

Dentro de esa zona turística encontramos una población mayoritariamente estacional (la media es casi una semana de estancia, aunque los hay de temporadas de invierno) para los que se dispone de una completísima y variada oferta de alojamientos de calidad, tanto hoteleros como extrahoteleros. Una población a veces efímera, pero también un turismo que es el más fidelizado del mundo (según las estadísticas es el destino que más repiten todos los años y varias veces cada año); si bien también podemos localizar como vecinos permanentes una gran comunidad sueca y nórdica en general, con su iglesia, su escuela, su centro social, su centro de rehabilitación... Incluso un árabe, Ahmed Izzat, casado con una sueca construyó la mezquita que se encuentra en el muy liberal Centro Comercial Jumbo. Un espacio que en el corazón de la zona turística es el escenario de los grandes eventos: el carnaval, el Gay Pride o las fiestas navideñas...

Muchísimos extranjeros de numerosas nacionalidades, 117 en el último censo, que ya son vecinos arraigados en Gran Canaria, así como establecimientos comerciales que ya han dejado de ser la novedad para convertirse en tradición. Y eso sin olvidar que el primer templo ecuménico de Europa (si no el único) y otros centros de culto de diferentes religiones, incluida una mezquita realizada por un musulmán de procedencia sueca. Y es que en esta Babel del sur conviven en armonía razas, nacionalidades, creencias y formas de pensamiento que en otros lugares se ignoran o enfrentan.

Destacable es la presencia y actividad de las personas que agrupa la bandera del arco iris, los colectivos LGTB, que han consolidado más de tres décadas de presencia activa gracias al ambiente de tolerancia y respeto que caracteriza esta City turística. Una urbe de más de 90000 camas para el turismo en la que más de dos millones de personas comparten con los residentes los días de descanso, desconexión o felicidad. Un turismo que comenzó siendo el obrero de la reconstrucción europea y que ahora son clase media europea con estudios medios o superiores.

Para no cansarles. Ya hay ciudad. Y es una ciudad turística de éxito. ¿Qué le falta para garantizar el futuro de este destino?: El faro se convertirá en un centro de atractivo turístico, aunque quizás fuera necesario otro proyecto más en sintonía con lo que demanda el turista, ya que la etnografía de Gran Canaria puede que no sea el revulsivo que necesita la zona. Parques temáticos hay pocos y de calidad, pero ninguno exclusivo de Maspalomas en cuanto a su oferta temática. Y, por supuesto, el oasis. El conjunto de dunas, charca y palmeral que es una asignatura pendiente, donde todavía es posible el sueño de Néstor para este lugar, al dejar escrito: “no concibamos las cosas en pequeño, sino en grande, con la vista en el porvenir”.

Maspalomas, de charca a oasis

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“Hemos de tener en cuenta también la formidable playa de Maspalomas… No concibamos las cosas en pequeño, sino en grande, con la vista en el porvenir”

Aspecto del Hotel Maspalomas Oasis
(Néstor Martín Fernández de la Torre 1887/1938)

Hace varias semanas contactaron conmigo los responsables de la cadena RIU en Gran Canaria para plantearme si podría argumentar con datos y fuentes históricas un artículo que publiqué en mi blog y que tenía por objeto el rechazo a la propuesta de declaración de Bien de Interés Cultural sobre el edificio del que fuera Hotel Maspalomas Oasis, obra de los arquitectos Molezun y Corrales. En dicho artículo, argumentaba que si se protegía dicha construcción se pondría en un serio problema la posibilidad de que (en un futuro, ojalá próximo) pudiera recuperarse todo el palmeral y laguna hacia lo más parecido con su estado anterior a la urbanización del lugar.

Fruto de ese encargo, elaboré un amplio dictamen que explica las contradicciones sobre los valores arquitectónicos y naturales en colisión en este espacio. Claro que, con el paso de los días, la postura de quienes pretendían frenar el derribo del Hotel Oasis a través de su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) también variaron, llegando incluso a plantearse contradictorios mensajes sobre la oferta de derribar no sólo el Oasis, sino todas las construcciones del lugar para convertir (recuperar) el palmeral y la charca en la gran laguna natural que podría ser un icono o reclamo internacional como lo es el Teide pero en el ámbito de la playa, con un espacio único en el mundo.

El medio canariasahora.com se hace eco de mi dictamen, cosa que agradezco, pero comete algunas incorrecciones que debo aclarar porque al entresacar algunos de los datos se ofrece una imagen distinta a la de mi razonamiento.

En primer lugar, no soy el periodista que más profundamente ha estudiado el turismo en Gran Canaria, hay muchos antes (desde Francisco González Díaz, Juan del Río Ayala, Carlos Yrisarri, Alfonso O’Shanahan, Ángel Tristán Pimienta, Magaly Miranda o Rubén Naranjo, entre otros), de cuyas fuentes es indispensable recuperar la información necesaria para entender y conocer los pasos que ha dado la industria turística en nuestra isla.

Se me cita como fundador de la Asociación Canaria de Amigos de la Naturaleza (Ascan), decana de las asociaciones ecologistas de España junto a su homónima tinerfeña (Atan), si bien ese mérito corresponde a figuras de la talla de Gunther Kunkel, Servando López o Luis Correa, entre otros, cuando yo apenas era un chiquillaje. En este sentido, puedo señalar que sí he sido miembro de su directiva durante una década, entre finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado.

Me reafirmo en mi convicción de que el verdadero valor de ese espacio es su naturaleza, no las construcciones que surgieron tras la decisiva y poco reconocida iniciativa de la familia condal que sacó de la economía primaria a esta isla para originar el mayor desarrollo económico de su historia. Y eso, a pesar de que el conde de la Vega Grande quiso convertir ese hotel en el “mejor del Atlántico”, si bien creo que fue un error la elección de los arquitectos y del proyecto a pesar de la buena voluntad de Alejandro del Castillo, tal como explico en mi dictamen.

Igualmente, considero que es una grave contradicción no sólo promover la declaración de BIC para el hotel, sino defender a los pocos días la demolición de éste y los demás edificios del entorno del palmeral. Asimismo, la misma empresa que promueve estas actuaciones promueve la demolición del centro Faro II, icono arquitectónico en el sur de Gran Canaria, obra de Salvador Fábregas para hacer otro centro comercial… (aunque yo creo que es obvio que debe hacerse tal transformación).

En el comentario sobre mi Dictamen, hay un error importante del responsable de esa publicación, al achacar al grupo RIU la retirada de casi todas las obras de arte que decoraron el Hotel Oasis Maspalomas original. Estas obras, como la gran arpillera de Manolo Millares o la escultura de Martín Chirino (iniciativa, seguro, de la familia Condal y del arquitecto Manuel de la Peña) fueron retiradas por sus propietarios iniciales antes de que el hotel pasara a manos de un testaferro de Mario Conde, posteriormente a Banesto y de este grupo bancario a RIU. De hecho, me consta que la obra de Dámaso que quedó en el hotel está a buen recaudo y desde hace más de un año se gestiona entre el artista y el grupo hotelero la exposición de dicha obra que decora varios de los complejos turísticos que posee en Gran Canaria.

Respecto al proyecto del nuevo hotel, comparto plenamente la opinión publicada por el prestigioso arquitecto Luis López Díaz (reconocido por la publicación BASA de los arquitectos de Canarias como uno de los más importantes arquitectos en el ámbito de la construcción turística), al señalar que estamos ante una situación reglada en la que tan sólo se puede analizar si se cumple con los parámetros urbanísticos y normativos, ya que lo contrario sería entrar en cuestiones subjetivas y arbitrarias  de peligrosas consecuencias. Otra cosa es el papel de las administraciones públicas cuyo papel en el desarrollo urbanístico de enclaves como la Charca, han dejado mucho que desear, al intervenir donde no debe y no tomar decisiones en los asuntos verdaderamente importantes.

En definitiva, creo que la colisión de intereses empresariales en el origen de este conflicto ha permitido poner sobre la mesa el debate de cuál es el producto y destino turístico que es hoy Maspalomas Costa Canaria, cuál es su futuro y si debería promoverse un gran consenso sobre qué necesita este destino turístico. Lástima que las posturas estén tan enrocadas y que no haya ningún órgano, institución o líder social que pueda poner cordura y (como diría Néstor en su discurso) visión de futuro.

Sombras del teleférico

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Trazado planteado del teleférico
“...altar de mi tierra amada,
hay nieve y sol en la cumbre
cumbre de mi Gran Canaria.”
Néstor Álamo


Se abre otro capítulo del culebrón del teleférico entre Tejeda y el Nublo. Una iniciativa que nos recuerda aquella del teleférico que se quiso instalar entre Agaete y Tamadaba y que suscitó el rechazo de naturalistas como Gunther Kunkel, cuya postura le costó el ostracismo institucional desde el Cabildo que presidía por aquel entonces Lorenzo Olarte.

Yo -adelanto-, estoy tan a favor y en contra de este proyecto como de las autopistas, carreteras, trenes, prospecciones petrolíferas, pistas aeroportuarias, cárceles, basureros, centrales eléctricas, puertos y demás infraestructuras que alteran el paisaje. O sea, que somos unos hipócritas a la hora de exigir el respeto al paisaje y después quejarnos de que nos falla la electricidad o no llega una mercancía a tiempo a la tienda porque en el puerto o en las carreteras hay algún problema.

Sin embargo, en este caso, desde hace más de dos años he esperado pacientemente conocer cuál es el plan de negocio y el estudio de viabilidad de esta infraestructura, sin que haya visto nada parecido o aproximado a esa necesaria reflexión sobre qué queremos y para qué. En todo caso, he leído las opiniones sobre la necesidad de que Tejeda no pierda población por su lejanía y que estaríamos hablando de una inversión de 15 millones de euros.

Yo pienso que el problema de Tejeda no se soluciona facilitando el acceso al Nublo desde el pueblo con esta infraestructura. Quizás ese dinero serviría más para hacer más interesante la visita a Tejeda dentro de las rutas del Centro, Norte/Sur y Cumbres que obligando al visitante del Nublo a bajar al pueblo para darse el 'viaje' (de ida y vuelta) en teleférico, cuando lo que desea es pasear por el símbolo geológico de Gran Canaria, sobre todo cuando ya hay una carretera que nos permite visitar el Pico de las Nieves, Las Mesas y Ayacata, a la vez que nos deja en la degollada para que demos un paseo a pie hasta la base del Nublo.

Otra cuestión es el gasto de 15 millones de euros (dando por válida esta cantidad) para una instalación que debería contar con una masa de usuarios suficiente para su rentabilidad, mantenimiento y que compense el impacto que tendrá sobre uno de los paisajes más representativos de nuestra imagen turística. Ni que decir tiene que inversiones señaladas como el mirador de la Degollada de Becerra, el Centro de Interpretación del Bentayga y otras instalaciones han sido víctimas de esa escasa afluencia de usuarios y, cómo no, del saqueo por abandono.

Lo cierto es que no sé a qué viene que el Cabildo desempolve esta iniciativa polémica, cuando hay tanto por hacer en el ámbito del turismo en esta isla (entre otras cosas, rebajar la tensión entre paisajismo e intervencionismo), sobre todo con la urgente puesta en marcha de una vez de los órganos y recursos para consolidar y garantizar la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, certificación que podríamos perder en los próximos meses por falta de reflejos (o voluntad política) de los responsables del Cabildo. Ésa posible pérdida de la Reserva de la Biosfera sí que es una amenaza real y definitiva para el pueblo de Tejeda y para el conjunto de Gran Canaria.

La costa para el que la ocupa

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Una costa de bloques y barandillas sobre la marea
¿Por qué para algunas cosas se recurre a los derechos adquiridos con el tiempo como si fuera suficiente para legitimar cualquier actuación? ¿Acaso las cosas mal hechas no deberían corregirse? En el fondo, ese era el objetivo de la Ley de Costas de 1988 que ahora se modifica para volver a convertir nuestro territorio más codiciado en objeto de mercadeo y de agonía imparable del sector turístico de sol y playa a manos de quienes convertirán esa franja dorada de España en espacios degradados y sobreocupados.

Durante siglos, el litoral era un continuo de terrenos sin valor. Incluso hay quien afirma que las herencias se distribuían repartiendo los terrenos agrícolas y con agua (de riego, claro) entre los descendientes más inteligentes, mientras el resto se llevaba las peores tierras y, por supuesto, el más perjudicado se llevaría los terrenos en la costa. Todo esto cambió el siglo pasado, cuando todas las miradas (especulativas) se fijaron en aquellos terrenos donde las dunas y el mar impedían cultivar hortalizas pero tenían un atractivo especial para los nórdicos que llegaban desde lugares remotos, fríos y con escasas horas de sol a lo largo del año.

Sin embargo, la necesidad de divisas hizo que se vendiera a precio de saldo los espacios de mayor calidad ambiental del país: la costa. Lo que atrajo mucho dinero (pudo ser más, pero somos así de generosos) y los fondos de inversión y el dinero que se podía invertir en países subdesarrollados gracias a la Ley Strauss, causaron estragos en nuestras costas. También es cierto que había funcionarios públicos que eran poco escrupulosos en su trabajo, colocando los pilones de los deslindes “en marea baja”, según comentaba con su ironía habitual el compañero Ángel Tristán Pimienta. Sólo así se explican algunos mamotretos que se inundan cuando hay mareas altas.

La picaresca o la impunidad de quienes se sentían amparados por una administración ineficaz o corrupta dio lugar a los mayores desmanes y desastres que padece el litoral, en especial en esta región alejada y donde la costa es el principal objeto de deseo especulativo. Muchos son los destrozos y saqueos del dominio público del litoral canario, antes y después de la Ley de Costas de 1988, pero ahora regresamos a otra etapa de privatización y destrucción de la costa. El Congreso, con la mayoría aplastante del Partido Popular y la complicidad de autonomías como la canaria que arguyen la defensa de pueblos costeros tradicionales, va a sacar adelante una nueva ley de costas que reduce a una quinta parte la franja de dominio público, al pasar de 100 metros a tan sólo 20 el espacio que custodia el Estado (que supuestamente somos todos). Dicho y hecho, en Canarias hay 1583 kilómetros de costa en los que se reduce en ochenta metros el dominio público para dejarlo  en un hueco en el que apenas cabe un paseo.

Imagínense esos ochenta metros por más de mil kilómetros lo apetecible que es para algunos que ya no sabían a qué echarle el guante en este país donde la honestidad es una especie a extinguir... Bueno, como si eso importara a alguien.

Marcas turísticas en Canarias, el laberinto de Babel

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Una versión del escudo capitalino
Pues sí, menudo lío este de la marca turística. Un problema grave, sobre todo cuando estamos en un momento y un territorio en el que no se puede errar en la definición de la marca para poder competir en un mercado global donde ganan los que tienen una marca potente y bien posicionada. ¿Y qué es una marca? Podría recurrir a los gurús de la publicidad o el marketing, pero a mí me encanta la definición la que utilizara José de Viera y Clavijo (1731 - 1813) para describir la ilusoria isla de San Borondón: “Tiene la propiedad de presentarse a los ojos y de huirse entre las manos”.

¿Y quién crea la marca de un destino turístico? Pues nadie mejor que nosotros que además de conocer nuestro territorio, nuestra historia y nuestras capacidades, llevamos en el ADN el turismo y sabemos lo que podemos ofrecer al mundo (incluso podemos crear nuevos objetos de deseo). Aunque, tristemente, hay mucho osado en cargos públicos que cree que con dinero (de los contribuyentes) se puede obrar el milagro y crear una marca artificial contratando una consultora foránea que nos dice cuáles son nuestras fortalezas, debilidades y qué es lo que tenemos que enseñar y vender para que vengan turistas… Y todos tan contentos. Los políticos porque se creen que han encontrado la piedra filosofal, y los consultores porque pueden dedicarse –con un buen sueldo- a modelar una identidad. Pero¿se puede crear una marca de un destino sin la identificación de sus habitantes?¿No es algo que se construye día a día, permanentemente, desde el pasado al presente y que debe potenciarse y renovarse constantemente?

Dicho esto, hablar de la marca turística de cada isla, de cada destino, de cada producto o del conjunto de Canarias es, posiblemente, el más difícil todavía del especialista en branding. Y es que puede que en el mundo no haya muchos casos similares donde se produce tanta variedad de destinos y productos en un mismo territorio y que funcionan todo el año con diferencias por temporada. Quizás tenemos más productos y destinos que nadie. Quizás cada uno (más de uno seguro…) de ellos puede tener varias opciones, pero lo más importante es saber que tenemos varias marcas, así como los clientes más fieles y reincidentes. Una masa de usuarios que hemos de saber gestionar y mantener. Turistas que repiten porque saben que aquí encuentran el mejor clima, junto a otras potencialidades: el paisaje, la naturaleza, la variedad de ecosistemas, el hecho insular, la seguridad y la hospitalidad, además de unos originales paisajes culturales, con su agricultura, sus formas de extraer cultivos del volcán o de las laderas enriscadas, el aprovechamiento de los recursos para una arquitectura única en el mundo, tanto en poblados trogloditas como en las diferentes versiones de viviendas, su folclore, la hospitalidad y la variedad de costas y playas… Y un sinfín de cosas que en cada rincón encontramos.

Pero, además, tenemos ciudades cosmopolitas y para el ocio, consideradas entre los principales destinos turísticos para determinados tipos de usuarios (adultos, gays, deportistas…) todo ello (casi) gracias al esfuerzo de todos y al sacrificio de muchos de los lugares de mayor calidad ambiental y paisajística de este territorio, en aras de un desarrollo que pocos lugares en el mundo han tenido en tan poco tiempo.

Y todo esto sirve de introducción, aunque breve sobre el origen de la marca canaria (que he documentado en un trabajo -inédito- que me ayuda a ocupar mis neuronas en algo más productivo que escuchar cómo se hunde este barco desguazado). Lo importante sobre este tema, ahora, es que no hay acuerdo ni estrategia común sobre los diferentes niveles de marcas sobre destinos/territorios y productos/recursos, tanto en el ámbito local como en el insular y autonómico.

En una reciente charla que ofrecí en la sede de un partido político (cuyos afiliados me invitaron a compartir mis conocimientos, lo cual les honra por abrirse a otras ideas y no creerse en posesión de la verdad absoluta), les respondí que la marca aporta valor al destino o al producto, pero también puede ser un elemento de confusión. Por ejemplo, si se publicita Canarias en la Península, los potenciales clientes reconocerán Tenerife y Lanzarote, pero si por el contrario la campaña es en los países nórdicos, las beneficiadas serían Gran Canaria y Fuerteventura.

Hay otras muchas cuestiones: Canarias es multidestino,  multiproducto con una enorme variedad de propuestas y todas importantes, y cada isla también tiene una enorme complejidad.

Pero, lo más grave es que lejos de alcanzar un consenso y colaborar todos en unos objetivos comunes y el apoyo conjunto a las iniciativas, existe un enfrentamiento abierto entre el Cabildo y la capital grancanaria por la decisión de su responsable turístico, con el apoyo del consistorio presidido por Juan José Cardona, al utilizar para sus productos el acrónimo LPA. Muy a pesar del esfuerzo por hacer entender su opción el concejal Pablo Barbero (profesional del sector turístico e hijo de un ‘histórico’ también del turismo en Canarias) intentando explicar que Las Palmas de Gran Canaria no dejará de ser el nombre y el referente de la ciudad, pero que dentro de esta ciudad hay productos que quiere promocionar de forma directa y fácil, muy visual y menos compleja que el topónimo oficial. Pablo Barbero gusta explicar este caso con el ejemplo de una de las marcas más reputadas internacionalmente: McDonalds, cuyos productos tienen nombres propios a los que identifica sólo con el Mc.

Pero Bravo de Laguna, presidente del Cabildo, tal como comentó en el encuentro con el Skal Club de Gran Canaria el pasado viernes en la Hacienda del Buen Suceso, en Arucas, tiene una profunda discrepancia con el uso de LPA para señalar cualquier producto de turismo en la capital grancanaria. Como presidente insular, su objetivo es potenciar el nombre de Gran Canaria y por ello muestra su preocupación por la pérdida de oportunidad con ‘escaparates’ tan importantes como el equipo de fútbol representativo, UD Las Palmas, mientras en la isla de al lado, el equipo se llama CD Tenerife, además de otros ejemplos similares. Y en eso, somos víctimas de nuestra propia lucha (y la de las demás islas) por acabar con la opresión de la capital de la provincia única (leer ‘Santa Cruz dominadora. El centralismo interno y la provincia imposible en el XIX canario’ de Agustín Millares Cantero, RSEAP de GC. 2004) y de las circunstancias administrativas y políticas españolas. Una lucha que no era insularista, sino contra la corrupción del sistema de una provincia única que supuso el auge de un centralismo a costa del resto de poblaciones.

“La fragmentación de la unidad isla-municipio en numerosos ayuntamientos”, junto a un “esquema departamental en su versión napoleónica, absolutamente inadecuada para un país fragmentado”, como es el Archipiélago Canario, sólo sirvió para agudizar las luchas “por la supremacía en las relaciones comerciales con el extranjero y administrativas con Madrid, junto al predominio sobre los mercados interinsulares” ('Historia Contemporánea de Canarias'. VV.AA. La Caja de Canarias). Unas luchas contra el centralismo instaurado en Santa Cruz en detrimento del desarrollo del resto de islas.

Lo cierto es que El Real de las Tres Palmas, ciudad fundacional de realengo, primera aventura colonial fuera del continente de los castellanos y posterior escala de aventureros decubridores (Colón, Pizarro, Hernán Cortés, Magallanes…), sufrió unos derroteros que la llevaron a convertirse en Las Palmas, por aquello de la división en dos provincias en 1927, aunque quince años antes se había instaurado una nueva forma de gobierno: los Cabildos Insulares, que permitieron suavizar la presión asfixiante e insolidaria de la provincia única con capital en Santa Cruz. Y así hemos conocido el nombre de Las Palmas durante un largo periodo hasta hace bien poco –casi hasta ayer- cuando Las Palmas era la ciudad “levítica y conventual” junto al Guiniguada, como la llamara Pancho Guerra, y (casi) la isla. Al tiempo que seguíamos (y seguimos) llamando a la zona de La Isleta como ‘el puerto’. Pero el tema que nos trae aquí no es el origen del nombre sino su complicación y la necesidad de armonizar marcas toponímicas en un territorio complejo con competidores que a la vez han de ser colaboradores.

Así, nos encontramos con que tenemos Canarias, con ocho sub marcas (una por cada isla, ya que todas han terminado siendo destinos turísticos) y en cada isla sus propios sub destinos (salvo La Graciosa) casi todos surgidos de la nada hace menos de 50 años. Lanzarote con Costa Teguise, Puerto del Carmen y Playa Blanca/Papagayo. Fuerteventura con Corralejo, Parque Holandés, Caleta de Fustes y Jandía. Y Gran Canaria con su capital, y las costas de Mogán (donde tenemos Puerto Rico, Taurito, Puerto Mogán…) y San Bartolomé con Maspalomas Costa Canaria. Además de las zonas de la provincia tinerfeña. Y no olvidemos que dentro de cada uno de estos destinos toponímicos encontramos numerosas marcas particulares o de empresas.

Sin embargo, Las Palmas de Gran Canaria, uno de los primeros destinos modernos del turismo de Europa (en 1911 contaba con 14 hoteles, un balneario, el primer campo de golf de España, club de vela…) ha terminado siendo víctima de la importancia de la ciudad de Las Palmas, de su lucha por constituirse en provincia y de la convicción de las instituciones locales e internacionales como la IATA al denominar al aeropuerto de la isla (en aquella época, de la provincia) como Las Palmas (LPA).  Un hecho que ha sido valorado por el especialista en marketing que fue contratado por el Ayuntamiento hace cinco años para aprovechar ese acrónimo como marca identificable por los millones de viajeros que han viajado en avión a Gran Canaria desde hace más de sesenta años, para crear un paraguas de productos que la capital insular quiere proyectar a los turistas que nos visitan.

Es cierto que a una isla no se llega por carretera de pueblo, sino por el aeropuerto o el puerto de la isla. Y durante décadas esas infraestructuras no se reconocían insulares. Por ello, la apuesta por el acrónimo, permite al Ayuntamiento capitalino una conceptualización de los productos bajo unas siglas reconocibles, lo que permite crear diversos logos que reúnen el texto y la gráfica. Una ciudad que reclama y rescata para la promoción de sus productos turísticos el código IATA que reconoció hace décadas que la provincia tenía un acceso para la aviación ligado a la capital. Era la mentalidad de la época y de la isla, si bien hace un siglo se crearon los Cabildos Insulares, 15 años antes que la división provincial, originándose las instituciones que fueron/son una lógica territorial aplastante (frente a la organización provincial napoleónica o a los fallidos intentos unitarios de la provincia única o las graves injerencias en la ordenación y planificación insular que realizan los gobiernos ‘autonómicos’).

Podrá estar equivocado el Ayuntamiento capitalino, pero hasta ahora ¿ha habido algún responsable político que esté coronado por el éxito en su proyecto turístico en la isla o en la ciudad? ¿Cuántos han sido profesionales del sector? ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con que la actividad económica y social más importante de la Isla ha sido considerada la ‘María’ de las competencias administrativas de cada institución? ¿Alguien pensaría hace 42 años que el garabato con forma de uña prescindiría de la palabra Nike para que fuera reconocida en todo el mundo? Pues eso, en vez de criticar y enfrentar ¿por qué los grancanarios no nos apoyamos en las propuestas y actuamos con rapidez si es necesario cambiar el rumbo de las cosas? Veamos cómo funciona LPA y las demás marcas y productos, así como potenciemos –donde sí que es necesario- la marca de Gran Canaria, como es el fútbol. ¿O acaso no ha gastado ya suficiente dinero el Cabildo en apoyar y mantener el equipo representativo de ¿la provincia?...

Teleférico de Tejeda. El sueño del promotor

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Estación del Teide construyéndose hace 50 años
Hace unos días manifesté en este espacio mis dudas ante la rentabilidad de un proyecto de teleférico desde Tejeda a un lateral de la base del Roque Nublo. Un argumento que, de no ser fundamentado, haría inviable la inversión y el proyecto, sobre todo por desarrollarse en una zona que es particularmente sensible para todos los grancanarios y, especialmente, para los habitantes de Tejeda. Apenas dos días después de la publicación del artículo en el blog, el promotor de la iniciativa, Rafael Cabrera se ponía en contacto conmigo para facilitarme la información del proyecto y responder cualquier duda que pudiera plantearle. Gracias a esa entrevista, pude conocer durante varias horas, el Plan de Negocio y a la persona que lo impulsa.

El Plan ha sido elaborado por su hija y fue presentado como proyecto de fin de carrera en la Escuela de Negocios Esade. La instalación consta de dos estaciones: una en Tejeda, con servicio de restauración, centro de visitantes y otras dependencias para la venta de merchandising. El proyecto arquitectónico muestra un edificio realizado con piedras y maderas, con un diseño integrado con el paisaje del entorno (muros en piedra y grandes cristales que permiten tienen en el paisaje su gran atractivo). En el trayecto previsto, ya en el entorno de la plataforma del Nublo, en una zona de tierra caliza donde no crece vegetación, se levantan dos torres que soportan por el lado de Tejeda la caída del tendido hasta la estación principal y por el lado contrario conecta con la estación de acceso de visitantes al camino que conduce a las inmediaciones del roque.

El tendido, de unos 5 kilómetros, lo constituyen cables de 5 centímetros de ancho cuya percepción es inapreciable desde un kilómetro y nula a los 1500 metros de distancia. Estos cables dan soporte a dos cabinas con capacidad para sesenta pasajeros que tardan ocho minutos en realizar el recorrido desde un extremo al otro.

La inversión prevista será privada y supondrá unos 15 millones de euros, según se ha publicado. En el estudio realizado, se estima que bastan 150 pasajeros a diario para que se cubran los costes, si bien se estima en una media de 1000 usuarios al día (en una jornada de ocho horas, para evitar doble turno y porque no se precisa que funcione durante más tiempo). Dicha cantidad de usuarios supondría un beneficio anual para la empresa que promueve el teleférico. Con ello, la amortización de la inversión podría ser muy rápida, pero además –como le gusta decir a Rafael Cabrera- “sería el catalizador”, el revulsivo para“poner fin a la agonía de Tejeda y para reactivar la economía del interior de Gran Canaria” donde se ha realizado inversiones y gastos (programas europeos incluidos) de millones de pesetas y euros que no han frenado la decadencia de la zona. De hecho, considera que no sólo daría vida a los comercios locales de restauración y tiendas de productos locales, sino que sería un importante impulso a los museos y centros de interpretación de la zona que son infrautilizados o, tristemente, abandonados a su suerte a pesar de los millones invertidos en ellos.

Para el promotor, esta infraestructura tiene un impacto mínimo sobre el territorio y el paisaje, y aprovecha para reiterar su rechazo absoluto al impacto paisajístico de la obra de reparación de la carretera que une Tejeda con Ayacata, derrumbada hace unos años por las lluvias y de la que queda la huella de unos taludes de cientos de metros que forman una herida en la montaña visible desde cualquier punto de la caldera. Asimismo, recuerda que por toda esta zona se suceden los postes y torreones de electricidad y telefonía (en especial en el Pico de las Nieves), con el impacto real y generalizado de esas instalaciones omnipresentes en el territorio insular.

En el caso del teleférico, aclara, es una idea que ha acariciado toda su vida, si bien es ahora en el momento de su jubilación cuando ha decidido volcar sobre el proyecto toda su experiencia en las numerosas estaciones de esquí y lugares con teleférico (se calcula que en el mundo puede haber más de diez mil, con casos como el cantón de Uri, en Suiza, de menor superficie que Gran Canaria y cuenta con unas cuarenta instalaciones). La práctica totalidad de los teleféricos en el mundo se encuentran en espacios protegidos o en los más importantes enclaves paisajísticos y ninguno ha dejado de funcionar. El caso más próximo, el Teide (Parque Nacional y Patrimonio de la Humanidad), el tendido cuenta con cuatro torres, tres de 50 metros de alto y una de 25, mientras en el Nublo se contaría con dos en la Foguera y ladera blanca, con un tamaño que no supera los 35 metros de altura. Un proyecto que le obsesiona desde hace años porque está convencido que esta iniciativa impulsaría la actividad de Tejeda y también de la isla, al potenciar el conocimiento de su paisaje interior.

Como esquiador y experto en golf, Rafael Cabrera ha visitado y utilizado los mejores y más famosos establecimientos para practicar el esquí y el golf. Como tejedense, quiere vivir con el Roque Nublo como referente del paisaje que a lo largo de generaciones ha disfrutado su familia. Pero además, tiene una vocación frustrada, la geología y en especial la historia volcánica de Canarias con uno de sus más destacados fenómenos: la caldera de Tejeda y su proceso de hundimiento y taponamiento que le dieron su forma inicial y espectacular, como caso muy particular del vulcanismo en el mundo. Durante largo rato va explicando sus opiniones sobre este enclave y cómo cautiva a todo el que lo conoce, entre los que figuran muchos amigos suyos y de su familia, llegados de todo el mundo y conocedores de los lugares más atractivos del planeta, pero que quedan sorprendidos al conocer el paisaje tejedense. Un anfitrión que contagia a todos los que le escuchan con su pasión por el origen e historia del lugar, el mismo donde quiere construir un teleférico en un entorno del que quiere mantener y resaltar su valor paisajístico con un recurso que facilitaría su disfrute desde perspectivas hasta ahora no posibles y que provocan la decadencia y el desánimo en la zona.

Seguimos hablando de volcanes, de los distintos métodos de análisis para datar la historia de la isla. También explica cada tipo de volcán con su nombre científico y reitera que Gran Canaria es el lugar del mundo donde se encuentran más variedades de volcanes  en un pequeño territorio. Un recurso que no mostramos adecuadamente a los turistas para promocionar la isla.

Reconoce que no ha sabido comunicar la idea a los grancanarios, aunque ha usado los medios a su alcance y que su tiempo le ha permitido (no existe web promocional). Ha charlado con todos los tejedenses, con su entorno de amistades y con los medios de comunicación que ha podido, sin contar con un presupuesto para una campaña divulgativa. Pero a pesar de su esfuerzo, entusiasmo y sinceridad, ha sufrido los comentarios peyorativos hacia su proyecto y su persona como especulador insensible, así como le molestan las composiciones fotográficas que no tienen que ver con su proyecto porque siente el mismo rechazo ante las aberraciones con las que han querido presentar su proyecto. De hecho, considera que el argumentario de diversos opositores tiene muchos lugares comunes y propuestas que son inviables, como lo han venido siendo durante décadas de imparable descenso de la actividad económica en Tejeda y su entorno. Pero eso no resta a su pasión y sentimiento por la isla y por Tejeda, ni reduce su determinación por el posible éxito del proyecto en el que tiene una importancia fundamental su amor al paisaje y a sus raíces.

La población de Tejeda está estancada desde hace décadas y en 2012 se situaba en 2119 personas, doscientos menos que hace 30 años y con un perfil que presenta una pirámide poblacional con un acentuado envejecimiento y con predominio de los varones frente a las hembras (145 más). Con dramáticas cifras de paro en un municipio donde no hay ni quince empleos por cuenta ajena que no sean con alguna administración pública.

Cabrera se pregunta “¿No permitir el teleférico solucionaría los problemas de la cumbre? ¿Su rechazo evita un impacto ambiental de proporciones inasumibles? ¿Se perdería una oportunidad real de atraer turismo al interior de la isla? ¿Hay alguna otra persona dispuesta a invertir en el centro de Gran Canaria? ¿Por qué se rechaza una infraestructura que no costará dinero y cuyo trámite supondrá la mayor recaudación por licencia de obra de la historia de Tejeda? ¿El tránsito de mil personas y 20 guaguas a lo largo del día afecta a la zona o al Nublo?

Rafael Cabrera imagina el teleférico y su entorno como un gran parque temático natural en el que el paisaje, los recursos existentes (museos, restaurantes, centros de interpretación, productos de la comarca, tradiciones…) se potenciarán al máximo con un equipamiento que facilita la conexión física con el acceso a la base del Roque Nublo y, a la vez, es una atracción en sí misma por la espectacularidad del trazado. Por el contrario, se lamenta que haya una parte de opositores a su proyecto que realiza montajes fotográficos irreales, mezclados con falsas actuaciones y con parodias a su promotor (incluso caracterizado como Hitler en la secuencia más delirante de la película ‘El hundimiento’). Cuestiones que dificultan un debate sosegado sobre el verdadero impacto social, ambiental y económico del proyecto.

No se puede mantener una conversación con un tejedense sin recordar que hace cincuenta años no había un solo pino en Las Mesas, el Nublo o el entorno. Una deforestación provocada por la necesidad, tanto para obtener la pez para calafatear los barcos en el puerto, como para la construcción de viviendas y otras industrias de la madera. Esa ausencia de pinar facilitó la expansión de una especie foránea, el almendro, gracias a los cuales se evitó algo de erosión y ha creado una estampa única por el contraste de los escarpes pintados con paletas en flor. Sin embargo, la labor de repoblación iniciada hace medio siglo (Matías Vega, Ervigio y Federico Díaz bertrana, Nogales, Jaime O'Shanahan, Manuel Díaz Cruz…) ha transformado el paisaje desértico por un bosque de pinos.

Volvemos a las cifras y datos. El teleférico movilizaría –según sus cálculos- un máximo de una guagua cada media hora para realizar el viaje de ocho minutos que le permitiría sobrevolar el cauce del barranco y disfrutar de otras perspectivas de la caldera con esa sensación de vértigo sobre el abismo característica de los teleféricos, pero con la diferencia de que no se puede comparar las estaciones y equipamiento con las instalaciones de teleféricos de hace un siglo hasta nuestros días, con edificios amazacotados y ostentosos, pero que ni han sido retirados ni transformados… Por el contrario, Cabrera considera que su concepto de teleférico se adapta a las demandas sociales del momento y el lugar, así como aplica las mejoras tecnológicas que se han producido para este tipo de infraestructuras. De hecho, considera un contrasentido no cuidar al máximo el entorno que hace posible la rentabilidad social y económica del proyecto.

Rafael Cabrera insiste que todo el territorio está protegido, por lo que el beneficio económico que se produzca repercutirá en un mayor cuidado del paisaje natural y cultural de Tejeda como recurso turístico del gran parque temático natural de Gran Canaria, y también será un beneficio pedagógico porque los isleños y extranjeros disfrutarán de un uso sostenible de los espacios protegidos en un destino turístico que atrae más de tres millones de turistas al año y que no ha logrado hasta el momento un trasvase de rentas al interior de la isla que permita su supervivencia.

No quiero ser como Willy

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Paulino y Willy. Willy y Paulino
Vivimos en una sociedad secuestrada. Una sociedad que es guiada y se refleja en los medios de comunicación de masas, esas ventanas que se cuelan en todas las casas para decirnos qué pasa, qué hemos de hacer, consumir o pensar. Empresas de los mass media on más o menos poder y con más o menos claras sus intenciones. En el caso de Telecinco ya sabemos hasta donde llega la basura. En otras ya intuimos los residuos que no son publicidad (descarada o encubierta). Y todo ello a través de unos espacios (espectros le dicen) radioeléctricos o señal digital que ha de conceder la administración pública. Una administración que apenas se fija en cuánto cobrar por la concesión administrativa –que es una miseria-, olvidando su papel de liderazgo social y aprovechamiento de todos los recursos para ese fin, mientras la población enferma de obesidad, violencia o estupidez.

Pero, después, tenemos las llamadas televisiones públicas. Un engendro surgido de cuando se creó el Ministerio de Información y Turismo, sustituyendo o camuflando con un eufemístico nombre a las labores de Propaganda que desde el régimen franquista se desarrollaban. Así, tenemos la TVE, de la que no voy a entrar a analizar su agonía, pero sí recordar que -supongo que sin quererlo- dio lugar a la consolidación de lo canario: la creación del centro de producción de Canarias, gracias al cual se potenció el habla y la unidad territorial (informativos Canarias), el folclore (Tenderete), la Lucha Canaria… Nunca podremos pagar tan importante contribución a la unidad canaria como la de esta iniciativa de la etapa de Manuel Fraga.

Pero, he aquí que después de tantos siglos de Canarias como entelequia, ahora tenemos un Gobierno de Canarias, con su Parlamento de Canarias y sus Consejerías, y la televisión y radio ‘nacional canaria’. Un ente de comunicación de masas y presupuesto público (y supuestamente privado, aunque más que aportar, están ahí para cobrar). La RTVC inicialmente se planteó como un recurso que contribuiría a una mejor difusión en contenidos canarios, tanto noticias como la labor educativa de recuperación y fomento de la identidad y de los recursos que nos diferencian y posicionan en el mercado global.

Los primeros directores pusieron su empeño en poner en marcha la maquinaria, pero desde que Paulino Rivero accedió a la presidencia de Canarias apostó por lo conocido (su conocido y amigo de la familia), situando al frente de RTVC a un locutor de radio formado en la universidad de la vida: Guillermo García, conocido por Willy. Un señor que se ríe del Consejo del Ente, del Parlamento, de la Audiencia de Cuentas y de todo el que pretenda recordarle que lo que dirige es una televisión pública y no un chiringuito de playa privado.

A dedo, sin control y por su criterio personal: el de la universidad de la vida cuyos catedráticos le han dicho que lo que el pueblo quiere es humor facilón y verbenas de barrio, ha utilizado la mejor plataforma que hemos tenido para transformar la sociedad en un lugar anodino, tópico, simplón, donde la mediocridad es sacralizada, sensacionalista, donde la solidaridad es confundida por la caridad y, a todo esto, con un negocio redondo para una o dos empresas, arruinando a todo el sector audiovisual de Canarias. Una oportunidad de oro desaprovechada y un montón de millones de euros desperdiciados para mediocrizar a los canarios.

En la historia de Canarias hay graves casos de retraso autoinducido por nefastas decisiones. El nombramiento y continuidad de este personaje al frente de la Televisión Pública de Canarias es otro de esos graves casos del que nos arrepentiremos durante muchos años. Sobre todo porque con la crisis que estamos padeciendo, se ha convertido en un icono del despilfarro de dinero público por obstinación del presidente canario. Aunque no sólo es este caso, sino prácticamente de toda la política de comunicación del ‘paulinato’. No olviden que todos los concursos públicos relacionados con este sector han sido desmontados por los tribunales con pronunciamientos muy duros.

¿Y qué tiene que ver esto con el turismo? Pues bastante. De ser el principal sector económico de Canarias a ser el último pato en la tele canaria, con un simplón y anodino programa de canarios cinco estrellas y otras iniciativas que no contribuyen a potenciar el turismo, sino a compararlo con ñoñerías horteras como otros programas de la 'willyfactoría', como  La Gala, o Fiesta, Quiero ser como Pepe o demás engendros que no aportan nada a Canarias, salvo a la productora que cobra por su realización.

Otro tsunami en Maspalomas

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Epicentro del terremoto 1755
Érase una vez una empresa turística alemana, TUI el mayor turoperador europeo, socio de un empresario de Olot (Cataluña) con más de 115 hoteles repartidos por el mundo de los que catorce se situaban en Gran Canaria (el lugar del planeta donde más establecimientos tiene la cadena RIU desde hace décadas). Ambos quisieron derribar un hotel con cinco décadas de antigüedad y levantar uno nuevo con categoría de 5 estrellas, para lo cual realizaría una importante inversión superior a los 55 millones de euros contratando empresas locales durante un tiempo muy difícil para todos por la falta de inversiones en el territorio insular.

La iniciativa de los propietarios del edificio choca con la nostalgia de la familia condal, quienes construyeron el antiguo hotel, aquella obra que se pensó para que fuera el 'mejor hotel del Atlántico', que al año de su apertura tuvo que ampliarse (el doble de tamaño) por el éxito del enclave. De repente, la empresa más poderosa del sector turístico y de construcción insular, Lopesan, se suma a esa iniciativa y solicita ante el Cabildo Insular la incoación de expediente de Bien de Interés Cultural para el edificio que fuera obra de los arquitectos Molezun y Corrales que, además, figura en un catálogo de arquitectura moderna española.

Acto seguido, la misma empresa recuerda que la parcela no debió privatizarse hace 25 años, cuando Mario Conde adquirió del edificio y lo reconstruyó en su interior para multiplicar el número de camas y, así, la oferta alojativa. Pero este proceso hace recapitular a Eustasio López, propietario del Ifa Faro, levantado sobre el dominio público marítimo (antes de que Lopesan adquiriera la cadena Ifa), y así lanza un órdago a instituciones y empresas: recuperar todo el palmeral y convertirlo en el icono natural que necesita Gran Canaria para competir con otros destinos turísticos y no limitarnos al sol y playa. La recuperación de un paisaje único, un jardín natural con sus canales, la charca y el palmeral, que podría ser ese parque temático paisajístico que tanto necesita Maspalomas para relanzar su imagen como destino turístico único.

Pero todo esto no es más que trabas a un proyecto que ha sido tramitado con el objeto de realizar una inversión que impulse un negocio ya existente pero con fecha de caducidad vencida. Los propietarios del hotel piden que le dejen cumplir con la legalidad y transformar la explotación alojativa en un hotel de 5 estrellas muy al gusto de su clientela (principalmente alemanes y nórdicos).

El árbitro político, el Cabildo de Gran Canaria, no acepta la declaración de Bien de Interés Cultural ni se plantea una impagable recuperación y restauración del conjunto del palmeral, pero resucita una presencia casual y no determinante ni significativa del paso de Cristóbal Colón en su cuarto y último viaje a las Américas, para con esa excusa declarar todo el palmeral (no sabemos por qué sólo el palmeral) en un Sitio Histórico (lugar o paraje natural, vinculado a acontecimientos o recuerdos del pasado, a tradiciones populares, creaciones culturales o de la naturaleza, y a obras del hombre, que poseen valor histórico, etnológico, paleontológico o antropológico).

No deja de ser cierto que Colón pasó (a hacer aguada, según el diario de a bordo) por el lugar, cosa que no ha dado lugar a ninguna tradición popular ni alcanza de lejos el valor histórico que el paso de las tres carabelas por Gando en la primera travesía, la del Descubrimiento. De hecho, nada tiene que ver el lugar con el que visitara Colón, ya que en los últimos 500 años, por la erosión, la transformación del ecosistema, por la captación de aguas pluviales y subterráneas, y sobre todo por el tsunami del terremoto de Lisboa que originó el desierto de dunas... es un espacio totalmente distinto al que conociera el navegante genovés. Sin olvidar que el mismo territorio fue totalmente reconvertido en llanuras de surcos y tomateros, en vivero para los jardines de la urbanización turística y en jardines domesticados para el turismo. Incluso los deseos y proyectos de los hermanos Néstor y Miguel Martín Fernández de la Torre o el urbanista/paisajista Tudurí señalaban al cuidado de este lugar frente a los deseos de construir en él.

Pero bueno, el Cabildo ha optado por una decisión más que discutible. Lo de Colón no deja de ser una anécdota en la historia de sus viajes y en la de Gran Canaria, menos significativa por cierto que la escala de la flota de Van der Does para curar –o enterrar a los fallecidos- a sus tropas tras la derrota de Monte Lentiscal; o más aún  la conexión que hubo desde la estación de la NASA en Maspalomas con los astronautas en el momento de que el hombre pisara la luna por primera vez. Unos astronautas que sí que estuvieron en el hotel Maspalomas Oasis descansando tras su regreso de aquella odisea espacial.

Así que esta decisión del Cabildo no recupera ni es trascendente en la historia insular, pero supondrá un grave precedente –otro- para el turismo en Gran Canaria. Y no será ésta vez el enemigo externo (el recurrido chicharrero) el culpable de frenar una inversión en esta isla. El culpable de este ridículo que ya ha recorrido Europa (aunque aquí nos miremos el ombligo) está en la propia isla. Una posición que pone en riesgo la actividad turística en el principal destino de Europa que es Maspalomas, sobre el que ha vuelto a caer un tsunami devastador que, entre otras cosas, va a suponer:

  • Procedimiento indemnizatorio para los trabajadores y la empresa propietaria del Hotel Maspalomas Oasis.
  • Parálisis de la actividad de las empresas canarias contratadas para derribar y levantar el nuevo hotel.
  • Renuncia a la compra de material de obra y de mobiliario del nuevo hotel.
  • Pérdida de más del 40% del valor del inmueble y de todos los inmuebles del lugar (Seaside Hotels es el principal perjudicado)
  • Paralización de esta obra y de la de la reconversión del ya lamentable centro comercial de Maspalomas.

A todo esto, los proyectos que se planteen sobre este lugar tendrán que pasar por una Comisión de Patrimonio Histórico que tiene unos criterios muy concretos de conservacionismo y burocratización de los procesos de renovación turística, principalmente porque aquí han actuado políticos, expertos en leyes, funcionarios y medios de comunicación, pero ¿alguien ha planteado el impacto turístico de las decisiones adoptadas? ¿Alguien piensa en qué es lo importante para el turismo y el desarrollo de Gran Canaria? Está claro que no hay un solo turista que haya llegado a Maspalomas en 50 años siguiendo la ruta colombina, y que hemos de cuidar este sector económico y mejorarlo, pero con decisiones así uno piensa que el objetivo no ha sido el bien común, cosa ya tradicional en este enclave: Ni cuando se levantó el hotel y las viviendas del entorno, ni cuando se amplió, ni cuando se construyeron otros hoteles, ni cuando se declara inejecutable la sentencia de recuperación del palmeral en los años ochenta, ni cuando se declara Sitio Histórico a la zona sin más salida para los propietarios que pasar por el aro de negociaciones y procedimientos arbitrarios. Algo así como un tsunami político y administrativo.

Educar a la sociedad canaria sobre la importancia del turismo

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Lomo del Polvo 1900. Primer campo de golf de España.
Últimamente me he metido en varios jardines laberínticos en mi blog. Me he posicionado contra la declaración de BIC del Hotel Oasis Maspalomas (y no di importancia al paso de Colón por aquellos parajes, ¡hay que ver!); respecto al teleférico del Nublo, he publicado mis dudas sobre la rentabilidad económica (cosa que ha molestado a alguno) y social así como los criterios del promotor del proyecto (cosa que ha molestado a otro) y he declarado mi rechazo a la forma de gestionar la televisión pública canaria por parte de Willy García (cosa que ha molestado a quienes defienden el éxito de audiencia de determinados productos televisivos). Como en todo, hay muestras de apoyo a unas u otras posiciones, lo que satisface mi deseo de escuchar opiniones y contrastar posiciones de las que yo mismo aprendo.

Sin embargo, ha sido una coletilla sobre la falta de interés por el sector turístico de la cadena pública lo que más polémica ha suscitado entre algunos profesionales que defienden la calidad y originalidad del programa canarios de 5 estrellas. Un ‘docushow’ (según la web de la citada tele) que recuerda mucho al formato de ‘Españoles en el mundo’ y otros títulos similares surgidos en los últimos años. Evidentemente, mi crítica no va dirigida a los que realizan con mérito el programa, sino a la carencia de visión por parte de la televisión canaria hacia el que es el principal sector económico de estas islas.

Pero esa ignominia hacia el sector turístico no es exclusiva de la televisión canaria (que adolece de otros graves problemas por el modelo establecido y la persona elegida para dirigir su rumbo), sino también nuestro sistema educativo (tanto reglado como los intentos de una formación específica, como los hoteles y restaurantes de Hecansa, iniciativa que pudo ser… pero que algunos políticos utilizaron caprichosamente), así como las políticas turísticas que rara vez prestan atención a la necesidad de hacer pedagogía y difusión en nuestra sociedad de la importancia del turismo y que participe toda la comunidad para su impulso y mejora.

Y es que si recibimos más de 12 millones de turistas al año (lo que nos sitúa como uno de los principales destinos del planeta, en cifras), todos nos preguntamos cómo es posible que no se mejoren los datos de ingresos y de empleo en nuestro territorio. Yo considero que es porque no somos capaces de levantar la economía con la realización de iniciativas que permitan incrementar el gasto del turista en el destino. Pero, claro, los responsables políticos (mayormente personas que no tenían ni idea de qué era el turismo en Canarias, aunque últimamente ya hay algunos profesionales en esas tareas) han creído que justificaban su sueldo (elevado) sólo con estadísticas de alza de llegada de turistas ¡y olé!.

Y alguno se preguntará ¿por qué hemos de plantear pedagogía turística en los medios de comunicación y en el sistema educativo? Simplemente porque la sociedad ha de participar en el desarrollo de su principal industria que, además, afecta a su territorio, su paisaje, su economía, su futuro… Una participación con fundamento y conocimiento. Así ha sido en varias ocasiones y con éxito. Y sólo así podemos decidir varias cuestiones vitales. Como por ejemplo, si nos sumamos al modelo europeo (todo es patrimonio intocable y a proteger) o norteamericano (la modernización y la producción es lo principal), o un mix de ambas opciones, cuestión no baladí en estos momentos, ya que hemos visto cómo agonizan en nuestras islas destinos turísticos de menos de 50 años (‘maduros’, le dicen) mientras en otros lugares del planeta con más décadas de actividad turística no ‘maduran’ sino todo lo contrario: mantienen un vigor y una modernidad como destino turístico que ya quisieran para sí los nuevos ‘paraísos’ para el turista.

Insisto –por si alguien no lo recuerda- que Canarias tiene entre sus fortalezas el sol y playa junto al mejor clima. A eso se le puede sumar otros aspectos: paisajes, riqueza natural, seguridad, proximidad al continente europeo, economía, integración europea, tolerancia y hospitalidad... Elementos constitutivos de la marca, pero que no definen el tipo de turista que nos visita (mayoritariamente de piscina que toma el sol, come, bebe, duerme y poco más), ya que hemos dejado en manos de incompetentes el sector y fruto de esa dejadez nuestro destino compite con el resto sin apenas diferenciarse, lo que le somete a la ley del precio más bajo. Pero no porque sea así, sino porque nosotros hemos hecho así, dejando que el visitante sólo aspire a ponerse moreno por poco dinero.

Pero bueno, al caso… Me preguntaba una lectora colaboradora de Canarios 5 estrellas sobre qué haría yo para que un programa sobre turismo tuviera público y fuera entretenido y mejorara lo presente. Yo lo he repetido hasta la saciedad en mi blog, aún a riesgo de que otro listo, amigo del director del ente, se apropie de estas ideas para seguir chupando del bote que se reparten un par de empresas en exclusiva desde hace demasiado tiempo. Pero está claro que esa gente va a lo fácil y no lee ni piensa. Tan sólo repiten modelos y buscan un equipo barato que rellene el modelo con su ilusión y buen hacer para que quede aparente.

Aún así, les dejo reitero algunos detalles que he señalado hasta la saciedad en mi blog: Sin olvidar a Néstor Martín Fernández de la Torre y su discípulo, César Manrique, quienes consolidaron una marca única en el mundo para cada isla. Pero, además, tenemos otros motivos de orgullo: la primera marca de turismo de salud y naturaleza en el mundo; el primer campo de golf de España; el mejor clima del mundo; el concurso de ideas Maspalomas Costa Canaria; el primer vuelo charter; el primer centro de helioterapia; el primer templo ecuménico mundial; el primer club de tenis; la celebración del Día Mundial del Turismo; escala de las grandes rutas de descubridores, de científicos, de artistas y actores de cine; escala de los primeros vuelos trasatlánticos (Gago y Coutinho, Plus Ultra, Zeppelin…); estación espacial y primeros pasos del hombre en la luna; centro de observación astrofísica; Gran Canaria es el principal enclave planetario por la calidad, variedad y cantidad de usos de cuevas… Y hay más, pero esto es suficiente para elaborar un producto audiovisual que atraiga espectadores, sorprenderles y darles una dosis de orgullo… Aunque, insisto, no se trata de un programa, sino de impregnar la programación con la importancia del turismo.

¿Quién defiende el turismo?

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Colón, personaje de actualidad.
“Ya nada podemos hacer para salvar lo que se destruyó ciegamente, pero sí podemos hacer mucho por mejorar lo que ya se ha hecho. Salvaremos un paisaje si cambiamos el color del albeo de una ‘urbanización’ simplemente o piadosamente con una hábil cortina de verdes plantaciones se puede disimular la hiriente fealdad de cualquier otra ‘promoción turística’. Afortunadamente, los recursos que nos ofrece hoy la técnica combinándola acertadamente con el buen gusto y el espíritu de nuestra arquitectura popular pueden transformar totalmente, a un bajo costo, cualquier estridente adefesio, plantado en lo mejor de nuestro paisaje, por la ignorancia de unos y la pasividad de los otros”.
César Manrique (I Asamblea Provincial de Municipios Turísticos)

Siempre ha habido defensores del paisaje, de la naturaleza, del patrimonio… Este propósito está presente desde los primeros autores de obras sobre historia, naturalistas, científicos, arqueólogos, artistas, etc…, y ha perdurado hasta nuestros días porque el amor a nuestro entorno privilegiado es una constante, un aspecto endémico. Y siempre habrá quien lo defienda porque lo que nos rodea nos debe preocupar e interesar. Es parte irrenunciable de nosotros, de nuestras vidas, la que vivimos y las experiencias que soñamos.

Y el turismo en Canarias es –también- elemento esencial de ese pasado y de los recuerdos más hermosos, los que nos permiten sentir que hemos disfrutado momentos por los que ha valido la pena vivir. Pero también es realidad indispensable y el sueño que todos –cada uno a su manera- deseamos disfrutar. Y, afortunadamente, ¡podemos! No olvidemos que vivimos en el lugar con el mejor clima del mundo, que ya es mucho, un privilegio y un lujo.

Aunque ¿cómo pueden vivir dos millones de personas con sólo un clima único aunque sea el mejor del mundo, con el sol asegurado y las playas que anhelan los europeos? ¿Cómo se comercializa ese clima, el sol, las playas y los paisajes que atraen a millones de visitantes? Por ahora con alojamientos para satisfacer la demanda (lo que trae consigo comercios, transportes, servicios…) y que actualmente atienden el más variado abanico de perfiles de usuarios. Este modelo de negocio que arrancó hace cincuenta años supone que el intermediario -el turoperador- es el que se lleva la mayor parte del negocio y puede imponer sus exigencias hasta el límite que marque la demanda de este destino por sus clientes, ya que si pudieran los llevarían a otros donde tienen mayores porcentajes de beneficio.

Canarias no tiene otros recursos –aparte del turismo y su posición estratégica- que su riqueza biológica (cosa que al parecer no interesa a nuestros políticos por la poca consideración que tienen a las empresas de biotecnología), energía económica en la naturaleza (otro caso sangrante de desidia política en un territorio que podría no depender de recursos energéticos exteriores) y una agricultura que subsiste con ayudas públicas frente a la competencia de productos de las antípodas que resultan más baratos.

Y ahí está el turismo.

Canarias es una estación climática de salud y bienestar. Un espacio en el que se ocupa el litoral para disfrute de turistas y negocio de algunas empresas. Una industria que paga sus impuestos para que determinados representantes públicos (hasta hace poco designados según la isla o las siglas de procedencia y no por sus conocimientos sobre el turismo) gestionen millonadas en promoción de la marca que ellos consideran y en los mercados y foros que estiman oportunos, acudiendo a ferias en las que te encontrabas al concejal de turismo del pueblo más remoto para presentar un díptico de dudoso interés para turoperadores, agencias de viajes o profesionales. Este tipo de políticos ocasionales del turismo, como termómetro del éxito o fracaso de su gestión pública, nos ofrecen periódicamente cifras de entrada de turistas y, cuando pueden, la firma de algún convenio con turoperadores o nueva línea aérea que transporta usuarios para las camas y hamacas que se extienden por Canarias.

Por otro lado, tenemos a los empresarios y profesionales, aunque los que importan son sólo un puñado que dirige sus inversiones según su actividad de procedencia, para los cuales trabaja un ejército de expertos con una cierta movilidad e inquietudes, pero por lo general implicados en la tarea de dar el servicio con la certeza de que el mercado puede en cualquier momento resquebrajarse por causas exógenas (fundamentalmente la guerra de precios como pasó en 2008/09), gracias al tiempo y dinero perdido durante décadas por unas administraciones (salvo honrosas excepciones) en las que los políticos se creyeron que Canarias tenía seguro de sol y no necesitaba de otra cosa.

¿Y hay sinergia entre ambas partes: políticos y empresarios? ¿Y entre éstas y la sociedad?

A la vista de estatutos y organigramas de las entidades, patronatos y sociedades de promoción públicas, está claro que el papel, el protagonismo y la capacidad de decisión está en manos de los políticos que están al frente de estos órganos, con mayor o menor colaboración con la empresa privada o con entidades de ‘menor’ rango. Con situaciones tan sorprendentes como, por ejemplo, si uno o dos municipios representan el 95% de la ‘industria’ turística de la Isla, el organismo insular está por encima de éstos. O, en su caso, la comunidad autónoma con todas las suspicacias y recelos endémicos entre las distintas partes de esta realidad archipielágica.

A todo esto, las contradicciones entre los usos del territorio (por ir a algunos de candente actualidad: litoral, palmeral, Roque Nublo…) o de los argumentos jurídico/políticos (ley de costas, sitio histórico, monumento natural…)  están sacudiendo los cimientos de una industria que se resiste a continuar los pasos del resto de sectores y hundirse en la quiebra de este sistema. De hecho, el turismo se ha convertido en el enemigo a batir, el culpable de la destrucción de nuestra calidad de vida y el asesino de Kennedy. Cosa sorprendente, ya que el turismo se supone que se retroalimenta de esa calidad ambiental que el visitante demanda para cumplir sus sueños vacacionales.

Por eso, veamos qué papel tiene cada uno en la gestión del territorio y del paisaje.

Cuando hablamos del territorio en Canarias tenemos que considerar el nivel de protección del espacio que se trate. Y es que, además de ser un territorio reducido, el 40% de su territorio está protegido, llegando al 58% en El Hierro. Esto en relación a la legislación de espacios naturales y Parques Nacionales. Habría que añadir el dominio público, las reservas de la biosfera, los patrimonios de la humanidad, los Bienes de Interés Cultural y demás situaciones que limitan el uso del territorio. Por ahora, salvo honrosas excepciones, la mayoría de los espacios protegidos posteriores a la Ley de Espacios Naturales de Canarias, son un fracaso de gestión para la supervivencia de sus pobladores. Eso sí, cada día sale a la palestra algún experto o supuesto profesional de gestión del medio natural con las consabidas consignas de aprovechamiento sostenible y demás tópicos.

¿Quién gestiona esos espacios protegidos o regulados? Si son los políticos, constatamos el fracaso de un urbanismo extensivo en las zonas inmediatas o no protegidas; o un ‘dejar pasar’ a los espacios turísticos hacia una madurez decrépita y deprimente. Todo ello adornado con obras mastodónticas (demasiado dinero para la necesidad real) como el aeropuerto de La Palma…

Pero si son los funcionarios nos encontramos con otro dilema ¿quién se atreve a firmar una autorización para hacer una carretera por Ucanca para pasear turistas en guagua y con un restaurante en medio (como hizo César en Timanfaya)? ¿Y convertir en sala de baile con restaurante, auditorio y piscina un tubo volcánico con una especie de cangrejos ciegos única en el mundo (como hizo César en Los Jameos)?

Así, con este panorama ¿hay alguna “actividad ecológica o sostenible” que frene el paro y evite la emigración de las zonas ‘naturales’? ¿Se tiene que empobrecer a los habitantes de las zonas protegidas para que hagan penitencia por la mala conciencia del vecino de las ciudades? Está claro que el sector turístico, la población de los espacios turísticos o naturales, la población de las ciudades, los políticos y los funcionarios… hablan idiomas distintos y ponen en riesgo el presente y futuro de nuestra principal industria.

Y muchos dirán ¿existe un Néstor Martín, un Néstor Álamo, un Fray Lesco, un César Manrique, Jesús Soto, Pepe Dámaso…? Y de existir ¿quién lo elige o decide que sea quien lleve a cabo la necesaria re-creación del destino/s turístico/s de la isla y del archipiélago? ¿Son capaces los políticos o los empresarios de Gran Canaria de elegir un ideólogo del turismo para liderar la diversificación y potenciación de nuestra industria?

En definitiva ¿quién defiende el turismo? ¿Quién puede relanzar esta industria y lograr que sea más rentable con menos presión humana? (algo en lo que coinciden todos en la opinión, aunque luego no lo trasladen a los hechos). Para ello son precisos nuevos productos, recursos y temáticas, de las que algunas he adelantado en estos artículos o pueden encontrarse en interesantes trabajos y propuestas de otros autores. Sería cuestión de analizar y debatir con honestidad y sin oportunismo político o con obcecación administrativista esos objetivos, pero no. Volverán a contratar a consultores foráneos por un pastón para que nos vengan a decir cuáles han de ser nuestras estrategias como marca diferenciada y potente desde el desconocimiento del foráneo. Muchos, sin embargo, esperamos que un día se dignen a escuchar nuestras ideas (aprovechando nuestra experiencia y capacidad de creación) y dejen a un lado la rutina estadística.

“Mi propia experiencia me ha hecho comprobar lo fácil que es cuando existe cooperación y espíritu comprensivo, salvar airosamente lo que irremisiblemente parecía perdido”.
César Manrique (I Asamblea Provincial de Municipios Turísticos)

Canarias, escenario cinematográfico secuestrado

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Las Vegas es una ciudad escaparate.

Poco han tenido en cuenta políticos y funcionarios la importancia del cine y la televisión para la promoción de Canarias como destino turístico. No hemos aprendido de los casos de éxito de otros lugares (como Las Vegas, que explico a continuación), ni del interés que durante varias décadas hubo por Canarias. Tampoco, y esto no es novedad en mi blog, se ha hecho algún esfuerzo por parte de la Televisión Canaria por usar los escenarios naturales para promocionarlos, cosa que sí han intentado televisiones de fuera con mayor o menor éxito para poder realizar las grabaciones.

Desde que se creara el germen ludópata y hedonista de Las Vegas hace 82 años, este lugar se ha convertido en un referente planetario para el turismo adulto y con ganas de excesos. Es un caso atípico porque no ha tenido etapa de‘madurez’ (eufemismo con el que los teóricos quieren explicar el agotamiento de destinos como Playa del Inglés que, sin renovarse permanentemente, derivan hacia la obsolescencia). Por el contrario, Las Vegas se reinventa cada día y sus establecimientos caen y se reconstruyen en medio de la fiesta del ave fénix que resurge de las cenizas y escombros.

Las Vegas era un oasis para unos pocos, unos nacientes en medio de un desierto inhóspito, con temperaturas superiores a 40 grados la mayor parte del año (de mayo a septiembre). Una ciudad que contamina de electricidad a quienes la visitan, que cada vez son más gracias a la imagen que se tiene de ese enclave en todo el mundo a través de las pantallas de cine y televisión. Y es que el cine norteamericano ha creado iconos de ciudades donde los personajes tienen más que ver con la urbe que con su condición de seres humanos.

Volviendo a Las Vegas, no hay que olvidar sus orígenes oscuros. La mafia que existió (y existe) en Las Vegas y sus casinos, tal como recogen las novelas, películas, series y los medios de información, donde no es difícil sacar conclusiones sobre el movimiento de capital, las ‘movidas para obtener permisos, el trabajo sucio para ‘poner orden’, las amistades peligrosas… Todas las respuestas están en el cine, en particular en la adaptación de hechos reales que tomaron forma de libro ‘Casino’ de Nicholas Pileggi, que nos conduce por el engaño, poder y amor e infidelidad.

Volviendo a 1931, tenemos la legalización del juego y el, inicio de la fama mundial de Las Vegas, con la construcción del primer hotel de características de la ciudad moderna (Flamingo) bajo la supervisión del gánster Bugsy Siegel. Evidentemente, el negocio no es sólo el juego, ni éste supone la mayor parte de la recaudación. El espectáculo, las exposiciones, las galerías de arte y los museos generan tantos ingresos como los casinos. La tematización hace únicos a cada hotel, algunos de ellos con categoría de ‘cinco diamantes’, de entre los 175 hoteles existentes que suman 130.000 habitaciones con una media de ocupación que supera el 84%.

Pero cómo atraer 40 millones de turistas al año a una ciudad en la que hace un año residía sólo un millón de personas (hoy un millón y medio, siendo el lugar de mayor crecimiento poblacional de EEUU). Pues con una oferta de ocio, diversión y juego única en el mundo. Nombres como Elvis Presley, Frank Sinatra y el rat pack (Dean Martin, Sammy Davis, Jr., Joey Bishop, y Peter Lawford, Angie Dickinson, Juliet Prowse y Shirley MacLaine), Tom Jones, Cher, Celine Dion, Elton John, Shania Twain, Bette Midler, Paul Anka… Forman parte del repertorio historico e inagotable de los scenarios de Las Vegas. A ello se suma el Cirque du soleil (la mayor franquicia mundial del circo musical tiene actualmente más de una decena de espectáculos diferentes y únicos –permanentes- a lo largo del Strip de Las Vegas), a lo que hay que sumar ‘magos’ de la talla de David Copperfield, Criss Angel, o actores de Hollywood que acuden asiduamente a esta meca de la diversión que lleva con orgullo el lema “Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas”.

Aunque el destino no ha ‘envejecido’ sí que ha cambiado el polo de atracción. En 1989, el hotel The Mirage se inaugura en las Vegas Strip, lo que perjudicó al downtown histórico (que no quiere decir que los edificios sean los mismos de hace sesenta u ochenta años, ni mucho menos que sean protegidos como Bienes de Interés Cultural inmuebles…). Tampoco todo ha sido un camino de rosas, ya que también se han producido iniciativas que han terminado en fracasos: Fremont Street Experience, Neonopolis.

Exentos del impuesto sobre la renta y con sencillos trámites burocráticos para crear empresas, la actividad festiva se ha visto compensada también con la domicialización de numerosas empresas en esta ciudad.

Aún así, la joya de la corona no es casarse vestido de Elvis, sino la celebración de congresos y convenciones: en 2008 visitaron Las Vegas 5.899.725 delegados que participaron en las 22.454 convenciones y congresos que tuvieron lugar en la ciudad, con una media de 262 participantes. En Gran Canaria, en 2010 tuvieron lugar 1.020 eventos que movilizaron 127.255 participantes. En Tenerife, en 2011 participaron 70.000 personas en 800 eventos. Las diferencias entre Canarias y Las Vegas son abrumadoras.

El perfil del turista de Las Vegas tiene una edad media superior a 50 años, con un porcentaje ínfimo de turismo familiar, ya que sólo el 6% de sus visitantes tiene menos de 21 años. Asimismo, es muy reducida la estancia media, de tan sólo 3,5 noches. No obstante, el 84% de sus visitantes han estado anteriormente en la ciudad.

¿Pero cómo se mantiene un destino tan complejo y con tanto competidor en el mercado en los primeros puestos mundiales de atractivo turístico? No por el precio, ya que la noche no es barata en los hoteles de la ciudad. Yo mantengo que Las Vegas ha tenido y tiene una imagen en medios audiovisuales que no sólo facilita su conocimiento y posicionamiento, sino que invita a visitarla. No es de extrañar que en la industria cinematográfica aparezca Las Vegas como centro de la trama o escala inevitable en el guión de numerosas películas. Por señalar algunas famosas, tendríamos: Ocean’s eleven (1960, 2001 y secuelas); No es país para viejos; Resacón en Las Vegas; El mexicano; My blueberry nights; Pale rider; Up in the air; Friends; Casino; Leaving Las Vegas; The O.C.; The Las Vegas Story; Million Dollar Baby; Diamonds are forever; 21 blackjack; Fear and loathing in Las Vegas (miedo y asco en Las Vegas); Con Air; What happens in Vegas (Algo pasa en Las Vegas); El Padrino II; Rain man; Los reyes del crimen (3000 miles to Graceland); Showgirls; Una proposición indecente; Viva Las Vegas; Bugsy; Luna de miel para tres (Luna de miel en Las Vegas); Miss agente especial; Hick; The cooler; Swingers; This is not a movie; Mars attack; Sin City; Resident Evil: extinción; Next; Cuestión de pelotas… Sin olvidar la música, discos y grabaciones de conciertos que han tenido lugar en las Vegas; y, por supuesto, las series en las que Las Vegas es la localización permanente (ya no añado las que han tenido algún capítulo en esta ciudad porque no cabrían): Las Vegas, con James Caan; CSI Las Vegas; y Vegas, con Dennis Quaid.

Mientras tanto, en Canarias vivimos de los recuerdos de películas rodadas en Sioux City (el intento de la familia condal de disponer en Gran Canaria de un plató cinematográfico); Moby Dick; Hace un millón de años; Cuando los dinosaurios dominaban la tierra; Furia de titanes; o A wonderful life… A todo esto, en la actualidad, grabar unas imágenes en las dunas de Maspalomas o en cualquier lugar de nuestro territorio (más del 40% está protegido por espacios naturales y, otra parte lo es por patrimonio histórico) es un laberinto burocrático asfixiante e insoportable.
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